(RAMÓN SOTOMAYOR)
Está en el Teatro Isauro Martínez (TIM), donde ensaya con la Camerata de Coahuila para el concierto de este viernes. El joven Uriel Ortiz carga su corno francés y toma asiento en un sofá del camerino. Tiene 16 años de edad, comenzó su andar en la música poco después de cumplir los cuatro gracias a su padre, el también cornista Arturo Ortiz Sánchez.
Uriel comparte que es originario de Santa María Tonanitla, una localidad del Estado de México. Allí aprendió solfeo de la mano de su padre. Primero incursionó en la flauta dulce y el flautín, para después estacionarse en la morfología del corno. Se trata de un instrumento de viento-metal, con carácter versátil, capaz de emitir timbres suaves y duros.
“Creo que es una herencia, porque mi padre en su familia es el único que toca el instrumento. No sé si decir que yo elegí el instrumento o él me eligió a mí, pero como en ese momento yo no tenía la idea de tocar un instrumento, creo que él me eligió a mí y ahorita los dos estamos conectados”.
El corno francés puede temperarse tanto en Fa como en Sí bemol gracias a una palanca que se incluye en su corporalidad. Consta de unos tubos de metal enrollados que en extensión pueden alcanzar hasta los tres metros de longitud. En ellos residen tres rotores que permiten ejecutar las notas de la escala. En sí, el corno es originario de Francia, pero la modificación de sus tubos aconteció en Alemania. “Antes el instrumento no tenía nada de estos tubos y se llamaba corno natural”.
Al momento de interpretar en un concierto, Uriel coloca su mano izquierda en los rotores, mientras que introduce la mano derecha en la campana.
“La mano en la campana sirve para hacer diferentes efectos, pero principalmente para la afinación: mientras más esté afuera la afinación es más alta, y mientras más esté dentro es más baja. Ya si metes la mano completa se provoca un efecto llamado ‘bouché’ o corno tapado”.
Además de los miembros de su familia paterna, Uriel ha tomado clases con maestros como Sergei Maroutchak o Carlos Torres. Su talento le permitió ingresar con tan sólo seis años a la Orquesta Sinfónica Esperanza Azteca y a la Orquesta Sinfónica Juvenil de Torreón (OSIJUT) a la edad de 10 años. Actualmente realiza sus estudios técnicos en el Instituto de Música de Coahuila.
Obra
Si bien Mozart y Strauss son compositores que le agradan al tener un buen repertorio para su instrumento, el Concertino para corno y orquesta en Mi menor Op. 45, de Carl Maria von Weber, es la pieza que Uriel Ortiz interpretará en el sexto concierto de la temporada Primavera-Verano de Camerata de Coahuila.
Se trata de una obra que ha estudiado con minuciosidad desde hace un año, con la firme idea de tocarla frente al público. “Desde que la escuché dije que algún día tenía que tocar eso”. Uriel reconoce que su complejidad técnica es de gama alta, debido en gran parte al registro tan drástico que existe entre los graves y los agudos.
“De técnica es igual, porque requiere mucha articulación de lengua y movimiento de dedos. Hay una parte en la cadencia donde se toca una técnica llamada ‘multifónicos’, que consiste en tocar y cantar a la vez. Esa técnica la aprendí solo y creo que le agrega un plus de dificultad a la pieza”.
En su preparación, el músico ha ensayado la pieza durante una o dos horas diarias. Indica que ha recibido retroalimentaciones por parte de músicos de Camerata, las cuales le han motivado.
“Los mismos cornistas de aquí me han dicho que es una pieza difícil y que con lo que he preparado y el tiempo que he tenido, sí se puede hacer un gran trabajo”.
Uriel Ortiz se dice mentalizado y listo para el concierto. Este viernes hará el ensayo general con Camerata y después tratará de no tocar nada y relajarse. En punto de las 20:30 horas saldrá al escenario del TIM con los demás músicos. Su pieza se ha registrado en el programa como la segunda de la noche.
“Para esta pieza he buscado el balance entre tocar técnicamente bien y tocar de una manera expresiva, para que se sienta lo que la pieza quiera interpretar. He escuchado muchas versiones de este concierto y escucho que cada cornista tiene su manera de tocarla: unos más lento, otros de manera más romántica, otros más agresivos y entre tantas versiones he tratado de conformar la mía y darle mi sello”.