"Vamos bien", afirmó el presidente López Obrador durante la inauguración de la 86 Convención Bancaria.
"Algunos indicadores para confirmar el año pasado se creció a una tasa de 3.1 por ciento, no es para presumir, pero es mayor al de Estados Unidos y China; también seguimos sin contratar deuda pública adicional, la deuda pública ha crecido menos que en los últimos tres sexenios; tenemos más recaudación que antes; no hemos aumentado impuestos; hay estabilidad política, a pesar de que no ha sido fácil y hay una disminución en el número de homicidios".
Destaca primeramente que el presidente que ha confeccionado su base de apoyo sobre la división de clases; sobre la exacerbación del resentimiento social por la profunda desigualdad en la sociedad mexicana; sobre el sempiterno discurso que absolutamente todo lo malo que le sucede a la población es a causa de un gobierno corrupto y nunca a las propias áreas de oportunidad que como país nunca hemos abordado o todavía peor, a sabiendas se han tirado por la borda, decidió asistir a la apertura de un evento de la crema y nata la banca mexicana, gremio que por antonomasia, se encuentra conformada por personas de un carácter "fifí" apelativo que desde la óptica presidencial se espeta para denostar.
Pues aún así el primer mandatario del país se trasladó hasta la sede de la reunión de la cúpula bancaria del país Mérida, capital del hermoso Yucatán para dar cuenta de los éxitos que en materia económica ha tenido su gobierno.
Encima, más allá de lo Andrés Manuel López Obrador pueda o deba presumir, utilizando sus propias palabras, la quiebra de los bancos estadounidenses Silicon Valley Bank y el Signature Bank, le cayeron "como anillo al dedo" al dignatario que cree que su administración es diestra en el manejo económico y por ello con un tono un tanto irónico, comparó que en tiempos en los que él denomina periodo neoliberal, cuando la economía de los Estados Unidos sufría un resfriado, la economía mexicana se veía condenada a padecer una neumonía. En cambio, prosiguió diciendo el mandatario, en los Estados Unidos hoy pueden quebrar par de bancos mientras que acá en el sector financiero nacional, la industria del ramo presentó utilidades históricas. Es decir, el sistema bancario mexicano tiene los mejores números, y esto ocurre en plenos tiempos del gobierno de la Cuarta Transformación.
Pareciera que siendo justos, todo es viento en popa en números para este gobierno, y aunque como bien dice López Obrador, nunca el Instituto Mexicano del Seguro Social había rebasado la cifra de más de 22 millones de trabajadores afiliados; nunca tampoco en el propio instituto, el salario promedio había alcanzado la cifra de quince mil pesos mensuales; nunca tampoco se había obtenido mayor recaudación que la que tienen en estos tiempos y nunca tampoco el salario mínimo había crecido al ritmo de este sexenio en términos reales. No se puede perder de vista que el tipo de cambio con el dólar americano se ha mantenido más que estable
Pero no todo es miel sobre hojuelas, el crecimiento del año pasado fue de 2.9 y eso todavía tiene al volumen del PIB menor al del 31 de diciembre de 2018, el único que rebajó la deuda fue Fox, Calderón contrajo 2.4 billones de deuda, Peña 5 billones y en el actual gobierno que tiene cuatro años ya lleva 3 billones y para este año se la probaron 1.2 billones por lo tanto terminará como el más endeudado de los últimos cinco expresidentes.
Cierto es que el gobierno de Andrés Manuel ha manejado con prudencia las variables macroeconómicas. Cierto también que ha hecho las cosas para ser más justos en la distribución de la riqueza. El problema es que este gobierno no ha sabido hacer crecer la riqueza. Al contrario, ha retraído el ritmo de crecimiento y en varias ocasiones, ha entorpecido el mismo.
Se agradece como ciudadano el orden en el manejo disciplinario de la finanzas, pero se debe siempre señalar que la economía apenas está recuperando niveles de antes de la pandemia. Estamos bien, cierto, pero podríamos estar mejor.