La mayoría de las niñas comienza su periodo entre los 9 y 15 años. A partir de ahí, van a gestionar su menstruación con la información y recursos que tengan disponible.
En este mismo espacio, hace unas semanas, declaramos que las mujeres necesitamos contar con: agua, instrumentos de gestión menstrual y un espacio adecuado para cambiarnos. Si no contamos con alguna de éstas o con ninguna, hablamos que estamos en una situación de pobreza menstrual. Sí, pobreza menstrual en pleno 2023, y sí, en México.
Las niñas y mujeres con mayor privilegio en nuestro país tienen el acompañamiento de sus padres la mayoría de las veces y la información adecuada y oportuna sobre la menstruación y su gestión. Tienen la posibilidad de cargar con ellas una bolsita con ropa interior limpia, pastillas para cólicos, toalla o tampón y hasta toallitas húmedas; haciendo más ligero y soportable el proceso de la menstruación. Pero esta no es la realidad para todas.
¿Sabías que en Chihuahua, en la sierra tarahumara, pueden durar meses sin contar con el vital líquido? ¿O que una mujer tarahumara dura 2 días tejiendo un tortillero para venderlo y poder adquirir un paquete de 12 toallas sanitarias? Ni siquiera alcanza a gestionar su periodo completo con esa cantidad de toallas, ya que en promedio se utilizan de 14 a 22 durante todo el periodo. Difícil gestionar el periodo menstrual con dignidad en esas condiciones.
Vaya, incluso las mujeres tarahumaras a quienes nos acercamos para llevar paquetes de toallas reutilizables no pudieron aceptarlas frente a los hombres en casa. Tan tabú sigue siendo en ciertas comunidades que hablar de un proceso tan natural se vuelve complejo, de miedo, de vergüenza, incluso de exclusión. Vaya… ni siquiera los hombres de mi familia pudieron soportar la plática de mi experiencia en esta entrega a la hora de la comida.
¿Sabías que las mujeres corren maratones con cólicos y algunas hasta menstruando? Sí… las mujeres que viste participando en el Maratón Lala lo hicieron como las guerreras que son. ¿Sabías que las mujeres que participan en natación, a veces ni siquiera esperan el resultado de sus tiempos, porque tienen que salir al baño para no "mancharse"? Y ellas son de las pocas mujeres privilegiadas que tienen la posibilidad de participar en este tipo de eventos.
Pero, ¿qué pasa con todas aquellas que están en situaciones similares a las niñas y mujeres Tarahumaras? Las que están privadas de su libertad… las que viven en situación de calle… las mujeres migrantes en tránsito…
Me impacta la manera en que nosotras las mujeres tenemos tan normalizado el que todo lo hacemos con dolor o sin él, con sangre o sin ella. Que no todas tienen atención médica pero siguen siendo funcionales. Que no todas practican un deporte, pero siguen teniendo sus actividades diarias. Que nuestras circunstancias, tiempos y economía son distintas… pero de la menstruación nadie se salva.
Todas estamos en el mismo mar de la feminidad, pero no todas vamos en el mismo barco. Y desde Fundación Femmex estamos trabajando para que los barcos de nuestros mares sean iguales, dignos y seguros para todas las mujeres de nuestro país.
Te invito a que seas más consiente de las menstruaciones a tu alrededor: quizá no puedes llevar insumos a reclusorios femeniles, quizá no tienes tiempo de visitar hogares para niñas u oportunidad de ir a poblados más lejanos y necesitados de nuestro país. Pero estoy segura que sí puedes ser un poco más sensible y tener empatía con las mujeres de tu escuela, de tu centro de trabajo, con tus clientas, tu doctora, tu maestra, las personas que piden ayuda en las calles…
Si alguna vez puedes, compra un paquete de toallas sanitarias o una copa menstrual y dónala a una persona vulnerable.
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