Por qué no nos damos cuenta de lo que realmente vale la pena en la vida, muchas veces estamos tan al pendiente de cosas tan banales en el celular y las redes sociales que no nos damos cuenta de que hay muchas cosas que valen mucho más de lo que cuestan y que valen mucho más que el valor que la sociedad les da.
Por qué no volteamos alrededor y vemos que todos tenemos cicatrices, historias, luchas ganadas y otras perdidas y, sin embargo, nos esforzamos todos los días por mostrarle al mundo una vida perfecta que solo existe en las pantallas de nuestros teléfonos; todas esas historias son historias que solo están en nuestra cabeza, no ganamos nada con contarlas, pero nos desvivimos para camuflar nuestra verdad, para que todo mundo vea una vida perfecta que realmente no existe, ¿De que nos sirve lo que los demás opinen si cada uno de nosotros sabe la verdadera historia?, ¿Acaso eso nos cura o nos hace sentir mejor?
Y es que aunque no haya un secreto para ser felices, y aunque no exista una fórmula para que tengamos lo que nuestro corazón desea, la verdad es que siempre debemos de encontrar razones suficientes para salir a curar nuestras heridas, pelear nuestras batallas, contar nuestras historias, pero las reales, no esas que contamos para que la gente crea que tenemos la vida perfecta, esa no existe en ningún lado más que en nuestro perfil de Instagram, despertemos y luchemos por vivir nuestra realidad y contarla tal cual es, ósea, ¿con quién queremos quedar bien? ¿No debería solo importarnos lo que nosotros pensamos de nosotros mismos? ¿Qué mas da lo q otros opinen de nosotros si nuestro autoconcepto está en el piso?
Dejemos de creer todo lo que vemos en las cuentas inventadas, de gente inventada con historias y vidas inventadas. Todos, absolutamente todos, tenemos historias que nos incomodan, que no nos gustan, y que no posteamos porque no es lo que queremos enseñarle al mundo, todos estamos hechos de recuerdos y algunos de ellos son tan dolorosos que no podemos aguantarlos, por eso los disfrazamos de sonrisas fingidas y de poses ensayadas.
Todos tenemos sueños que, aunque queramos, nunca los vemos hechos realidad y quien te diga que ha logrado absolutamente todo lo que ha soñado te está mintiendo, quien te diga que está completamente cuerdo y que nunca ha tenido un tropiezo, te está mintiendo, y quien te diga que todo lo que tiene lo ha logrado con facilidad, te está mintiendo, y quien te diga que es completamente pleno y que nunca ha deseado nada más de lo que tiene, también te está mintiendo, todos cargamos con un nudo en la garganta, algo que deseamos con toda el alma y que por alguna razón no podemos tener. Pero solo por el momento, porque de lo que si estoy convencida es de que todo llega en el momento preciso si luchamos por conseguirlo. Sin embargo, luchar por conseguirlo no implica postearlo en tus redes y pensar que solo porque el otro lo vea es que ya lo lograste.
Tenemos que salirnos del engaño de que una foto muestra la verdad, fotos actuadas y editadas solamente para aparentar que somos más, que tenemos más, creo que hay que dejar de compararnos con extraños, nadie es tan perfecto en realidad como lo es en sus fotos o en las historias que cuenta y que se cuenta en sus perfiles.
Hay cosas que olvidamos que valen más, escuchar canciones que reviven algún beso, libros que nos llevan a recordar experiencias y viajes vividos, escuchar a seres queridos contarnos anécdotas pasadas, ver a nuestros niños jugar, enamorarnos, pasear, vivir, soñar, ¿Cuándo nos olvidamos de vivir nuestra vida real al máximo? ¿Cuándo dejamos de vivir nuestras vidas reales para vivir nuestras vidas inventadas?
Regresemos a vivir como antes de que tuviéramos una pantalla que distorsiona nuestra realidad, regresemos a ser los que éramos antes, regresemos a ser auténticos, a reír cuando realmente queramos reír, y a llorar sin miedo a que la gente vea que no somos ni tenemos la vida perfecta, regresemos a enseñar fotografías reales donde no tengamos miedo de mostrar nuestras imperfecciones, que lejos de ser defectos, son testigos de fiestas, alegrías y anécdotas bien vividas.
Regresemos a la realidad, esa que sin lugar a dudas vale mucho más que todo lo que posteamos para ser vista por los demás.
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