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7 razones por las que somos nuestra última prioridad

SILVIA HABA DE MERLO

Nuestro bienestar es la gran prioridad olvidada. O a veces, ni contemplada.

Como individuos que trabajamos incansablemente para crear un cambio social positivo, a menudo descuidamos nuestra propia salud.

Pero, ¿por qué lo hacemos?

Hoy te traigo las 7 causas principales que contribuyen a este descuido.

Como profesionales de cambio social y medioambiental trabajamos para crear un mundo mejor, mientras descuidamos nuestro mundo interno. Paradójico, ¿no?

Según los expertos, estas son las causas principales que contribuyen que, como profesionales de cambio social y medioambiental, no prioricemos nuestro bienestar:

1. Compromiso apasionado:

Nuestra dedicación al impacto social nos alimenta, pero también puede llevarnos a descuidar nuestras propias necesidades. Podemos llegar a estar tan absortos en nuestro trabajo que nos olvidamos de priorizar nuestro bienestar, creyendo falsamente que el cuidado personal es un lujo que no podemos permitirnos.

2. Responsabilidades abrumadoras:

Trabajar en el sector de impacto social a menudo significa asumir responsabilidades inmensas. El peso de estas obligaciones puede hacernos sentir abrumados y consumidos por nuestro trabajo, dejando poco espacio para el cuidado personal.

3. Agotamiento emocional:

Nuestro trabajo implica que, con frecuencia, naveguemos desafíos complejos y nos relacionemos con personas que experimentan dificultades. Este trabajo emocional puede drenar nuestra energía, dejándonos emocionalmente exhaustos y con poca capacidad para enfocarnos en nuestro propio bienestar.

4. Culpa y sacrificio:

Podemos sentirnos culpables por tomarnos el tiempo para cuidar de nosotros mismos cuando todavía hay mucho por hacer en el mundo. Sacrificar nuestro propio bienestar se convierte en una obligación autoimpuesta (por nosotros mismos, y a veces, por el propio sector), lo que conduce al agotamiento y la disminución del impacto.

5. Recursos limitados:

El sector de impacto social a menudo opera con recursos limitados, incluido el tiempo y la financiación. Esta mentalidad de escasez puede hacernos creer que el cuidado personal es un lujo que no podemos permitirnos, lo que lleva nuestro bienestar a un segundo plano.

6. Presión por resultados:

La urgencia de impulsar un cambio significativo puede crear una búsqueda incesante de resultados. La presión por lograr resultados puede conducir a descuidar nuestro propio bienestar en nombre del progreso, lo que en última instancia disminuye nuestra eficacia. Pero no debemos de olvidar que esto no es una carrera de velocidad, sino de resistencia. Y sin bienestar, no lograremos completarla.

7. Desinterés percibido:

Podemos asociar el autocuidado con el egoísmo, creyendo que dedicar tiempo a nosotros mismos resta valor a nuestra misión de servir a los demás. Este concepto erróneo nos lleva a priorizar el impacto externo sobre nuestro propio bienestar.

¿Te suena alguna de estas razones? A mí, sí…

El tema es que, como siempre repito, descuidar nuestro bienestar no solo nos afecta individualmente, sino que también tiene implicaciones más amplias para quienes nos rodean y la calidad de nuestro trabajo.

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