Con frecuencia dentro o fuera de la consulta, en espacios cotidianos, en conversaciones casuales, escucho frases interminables de desagrado y desaprobación de una mujer hacia la forma de su propio cuerpo, aunado al comparativo constante hacia otros cuerpos femeninos, los cuales desde los constructos sociales son catalogados como "más atractivos". Constructos que se han ido formando como estándares de belleza muchas veces desde la ideología del género masculino, en donde es "atractivo o aceptable" un cuerpo con senos grandes, cintura pequeña y cadera prominente, cierta estatura, determinado color de piel o una forma específica del rostro; por supuesto estándares que se han ido modificando de acuerdo a modas generacionales, a medios de comunicación y definitivamente al uso de la pornografía, siendo estos dos últimos los que marcan la mayoría de las veces la tenencia a seguir.
De manera directa o indirecta, en mayor o menor medida las mujeres estamos ante un bombardeo diario en relación al estándar de un cuerpo físicamente hermoso, en donde se trata de buscar la aprobación del exterior para poder sentir tranquilidad en el interior, buscando la auto modelación del cuerpo para hacerlo coincidir con los cánones de belleza, sometiéndose de manera continua a dietas que van más allá de cuidar la salud interna del organismo, muchas horas de ejercicio intenso que no necesariamente representan una liberación del estrés o la nueva modalidad; la práctica de procedimientos de mínima invasión o el ingreso al quirófano.
Pero tratando de hacer a un lado toda la cuestión, social y de normas establecidas, es importante entender, aceptar y reconocer como mujeres, la validación de nuestro propio cuerpo como algo mucho más grande que sólo apariencia, pues el cuerpo representa el propio Ser, a través del cual se muestra una identidad y una individualidad con la que definitivamente es indispensable hacer las paces para poder abrazar y disfrutar en su totalidad.
A final de cuentas como mujeres podemos comenzar a establecer un pensamiento mucho más saludable, entendiendo y aceptando que no existe un criterio universal o absoluto de lo que "debe" ser la belleza física, pues este es totalmente relativo a la época y al lugar, siendo tú de manera individual quien decide su propio concepto de belleza. No será tarea fácil considerando toda la carga social y cultural antes mencionada, pero definitivamente valdría la pena intentarlo.
Pero hoy en día con tanto bombardeo en medios de comunicación o redes sociales ¿De qué manera podrían las mujeres comenzar a relacionarse de una forma mucho más sana y amorosa con su propio cuerpo? Para empezar es necesario integrar a nuestra cognición un nuevo pensamiento: La parte importante no es ser bella para un mundo exterior, sino gustarte a ti misma y para lograrlo es conveniente dejar a un lado las pautas establecidas e inventar nuevas que vayan de acuerdo a tus propios criterios, disminuyendo la energía que utilizas pensando en lo que te falto para tener un cuerpo perfecto, aprendiendo a disfrutar lo que tienes, sacando el máximo provecho a tus puntos fuertes y evitando exigirte lo imposible; explora y redescubre las cosas interesantes, seductoras y sensuales que puedes hallar en ti, que nada tiene que ver con las proporciones o la forma de tu cuerpo.
Es preferible evitar comparaciones y aceptarse de manera incondicional, sin puntos de referencia hacia arriba o hacia abajo. Si sientes que comenzar a trabajar la autoimagen se te dificulta, siempre estará la opción de buscar acompañamiento de un profesional.
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