Están arreciando las críticas a Xóchitl. Eso no es bueno ni para ella ni para México. Se afirma que los primeros pasos hacia la campaña presidencial saben a derrota, a inseguridad y a palos de ciego.
Se dice que Xóchitl está acabada antes de comenzar, que no está a la altura, y que tampoco está siendo la figura política que se esperaba. Dicen que ni ella misma se la cree.
Parece que ya se nos olvidó, así de frágil es la memoria, las razones que sustentaron el estallido original de entusiasmo que la catapultó al firmamento político. Su ingenio, su ligereza, su simpatía y su andar en bicicleta para llegar a Palacio Nacional y encontrar la puerta cerrada.
Y ahora reaccionamos como niños caprichudos. Dicen que negar la entrada a Palacio Nacional fue una simple artimaña de la Colonia sino solo acabar con el mal gobierno. Gandhi solo pedía un gobierno propio para la India sin abandonar la Corona.
Pero a lo que aquellos héroes aspiraban implicaba la independencia que costaba sangre y sacrificios. Costaba conquistarla.
En el México de hoy no hay un genuino compromiso por cambiar las cosas. Solo queremos mejorar la circunstancia personal sin pagar la ficha de entrada.
¿Qué sucedió con la ruidosa inconformidad con que se arrancó el presente proceso electoral?
No se ha mantenido. La dignidad no entra en el juego y el gobierno se aprovecha. Buen negocio para el gobierno el no gastar en los servicios públicos reclamados. Mejor hacerlo en los proyectos del capricho presidencial y el costo que lo pague la sociedad.
¿Y qué es lo que percibe el pueblo? Los hechos están a la vista. El importe de los servicios públicos suspendidos, el sufrimiento popular por la ausencia de médicos, por instalaciones perdidas, carencia de medicinas, muertes sin registrar, citas incumplidas, simples promesas y total falta de empatía y de respeto.
¿No cuestan las escuelas vandalizadas sin reparación, semestres y años escolares perdidos por la ausencia de profesores y materiales, textos torcidos por ideologías ajenas a la cultura nacional, la irreparable pérdida de capacitación elemental a generaciones por venir?. ¿Cuánto cuesta la corrupción en contratos chuecos pagados con dineros públicos, la asignación anticonstitucional de tareas a las fuerzas armadas o la absoluta ausencia de seguridad en más de una tercera parte del territorio nacional entregada a las mafias? ¿Tampoco nada cuesta el desprestigio internacional de México por mafias criminales blindadas con abrazos?
¿Se habrá perdido la esperanza o se ha llegado a la aceptación de que de que no hay remedio y que en México las cosas son así? ¿Que como sucedió en la envidiada Europa hemos de esperar siglos para que nuestros males se corrijan?
Sumiso ante el extranjero la administración de AMLO se ha doblegado ante los dos recientes presidentes norteamericanos. Nosotros desarrollamos otras virtudes, como engranarnos a estructuras foráneas como ahora con el T MEC, pero el mexicano, artista por excelencia, en el arte nos desempeñamos bien
En lo político somos desordenados. Pasaron los tiempos de la Revolución que tumbó a la odiosa dictadura porfiriana que recompuso al país después de las invasiones extranjeras. La guerra civil de 1910 se repitió en los años veinte con ensayos socialistas y la cristiada con crueldades que afortunadamente no se han vuelto a dar. La solución del partido oficial alivió al pueblo de la violencia pero no de la corrupción que sustituye el esfuerzo leal y virtuoso y que es la ruta corta a la superación personal. El percudido sistema político investido en la persona del líder (o presidente) nos ha convencido de que la democracia liberal no asegura el avance nacional. El triunfo del individuo por encima de la ley explica la frustración del pueblo. No hay fe en la capacidad, ni individual ni social, para cambiar las cosas y la 4 T de AMLO ha sido un desastroso intento.
En todo el mundo se percibe el deseo de cambiar el sistema capitalista empresarial, por uno de verdadera justicia social. Las alternativas existen. Hay que ensayarlas y Xóchitl puede hacerlo.
Es este entorno donde actúa Xóchitl Gálvez que corre el peligro de verse atrapada en las felonías convencionales de la partidocracia que sólo busca perpetuar los modus vivendi de cada actor. Este mecanismo insiste en enterrar toda la sinceridad y originalidad de la candidata a la presidencia de la República.
Xóchitl tiene que llenar el papel que la lanzó a su compromiso. Presentarse tal y como es. Con chispa, simpatía, natural frescura y autenticidad. Despojarse de los clichés que le están imponiendo los políticos profesionales y comunicadores comerciales. Xóchitl no pertenece a ningún partido. Es independiente de tales ataduras anquilosadas. Es así como ella puede ofrecer lo que
México requiere una nueva fórmula que dé solución a situaciones inéditas que la ciencia, las crisis ecológicas y las nuevas formas de producción equitativa demandan.
Ante este panorama Xóchitl debe deshacerse de los que la ciñen en modo y estilo. El que Xóchitl que necesitamos tiene que ser el de las generaciones que la acompañarán los próximos años. Llena de optimismo y convencimiento de un México nuevo, libre y realizado.
juliofelipefaesler@yahoo.com