Trascendió en días pasados la nota y los comentarios que se hicieron a raíz de las publicaciones de académicos de la UNAM y del INEGI sobre los hundimientos que ocurren en la Comarca Lagunera como consecuencia de la sobreexplotación del acuífero. Efectivamente, los mayores hundimientos están ocurriendo en aquellas zonas en donde los conos de abatimiento son mayores. En estos lugares se presenta un reacomodo de las arenas del subsuelo provocando los hundimientos que sí representan un riesgo, por lo pronto, para lo que constituye nuestro patrimonio familiar: nuestras viviendas. ¿Por qué la Conagua calla y no habló en su momento sobre este asunto si ya habían ocurrido señales del problema? Aunque ya tenemos publicaciones científicas y de difusión del fenómeno de subsidencia, no estaría de más una explicación de la Conagua incluídas las medidas y acciones a realizar para evitar cualquier riesgo involucrado.
El problema de los hundimientos de suelo se agrega a los problemas viejos, pero sin solución, de la escasez de agua y de la pérdida de su calidad por la creciente aparición de Arsénico y Flúor. Pero que más da una raya más al tigre, desde luego aclaro que no me refiero a la raya de los hundimientos. Se trata de otro problema, de una rayita más al tigre, ocasionado por la concentrated animal feeding operation (CAFO), que lo interpreto como las operaciones de alimentación de elevadas concentraciones de ganado.
En algún momento de la historia de la lechería en la Comarca Lagunera, se transitó de los establos pequeños de menos de 250 vacas a los grandes hatos de más de 1000 vacas, el nuevo modelo funcionó exitosamente ocasionando un mayor crecimiento en los hatos, actualmente existen establos con más 20,000 vacas y todos se encuentran en la periferia de la zona metropolitana. La gran concentración de ganado y la naturaleza de los animales que exigen una alimentación balanceada con una elevada proporción de forraje como el heno de alfalfa y los ensilados de maíz y sorgo, generan una elevada emisión de gases de efecto invernadero. Sobresaliendo la emisión de metano como resultado de la fermentación entérica que ocurre en el rumen de las vacas y que sale desde este primer estómago de los rumiantes en forma de eructos a la atmósfera. Esta es la principal forma de contaminación con gases de efecto invernadero, en particular el metano, el cual es muy poderoso ya que es capaz de atrapar hasta 25 veces más calor que el dióxido de carbono principal gas de efecto invernadero. La segunda forma igualmente importante de emisión de metano es el manejo del estiércol, que ya se han de imaginar las cantidades que se generan en esas grandes concentraciones de ganado. La descomposición de esta materia orgánica emite dos poderosos gases de invernadero: el metano y los óxidos de nitrógeno, este último capaz de atrapar 86 veces más calor que el dióxido de carbono.
Hace algunos años hice mis propios cálculos para tener idea de la magnitud de las emisiones mencionadas, encontrando una emisión anual de 429,000 Kg de metano por año, tomando en cuenta el factor de emisión de 1 Kg de metano por vaca por año. Este valor es muy inferior al reportado por el mismo IPCC en 1997 para norteamérica de 44 kg de metano por vaca por año para el concepto de manejo de estiércol.
Cuando se toma en cuenta el factor de emisión por fermentación entérica de 75 kg de metano por vaca por año a 100 kg de metano por vaca por año (según el IPCC en 1997), los valores emitidos por todo el hato lechero es de 31,746,000 kg de metano por año. En mi opinión este valor sobreestima la emisión de metano y en el caso del manejo del estiércol es subestimado. Pero bueno la idea es presentar un dato que puede estar ocurriendo y que está ocasionando un calentamiento local que intensifica aún más las olas de calor y las sequías locales. Para estos cálculos sólo se tomó en cuenta las vacas lecheras adultas, las vaquillas de reemplazo y las vaquillonas menores a un año de edad. El ganado en engorda no fue tomado en cuenta por carecer de información.
La buena noticia es que hay diferentes tecnologías disponibles para gestionar la emisión de metano. En el caso de la fermentación entérica se puede reducir la emisión a partir del uso de dietas innovadoras para el cambio climático. Para el caso de la emisión por manejo de estiércol, lo más recomendable es el uso de biodigestores que transforman el metano en dióxido de carbono. Esta última tecnología tiene tiempo de haberse instalado en una gran cantidad de establos aquí en la Comarca, la duda es ¿y estarán funcionando? Si es así, ¿Cuáles han sido los resultados? Porque es tiempo que no se conoce una publicación sobre este tema. Se tiene que conocer.
Y si los productores de bovinos no optan por ninguna de estas tecnologías y deciden continuar contaminando, entonces la creación de un impuesto especial, que grave la emisión anual por vaca por año. En Dinamarca se acaba de establecer un impuesto similar a razón de 43 dólares por tonelada de gas metano su equivalente a dióxido de carbono. Esto está empezando a ser tendencia en Europa.