Simple y sencillo: se trata de "dejar de hacer", actitud pasiva que lleva a estados de mayor profundidad en consecuencias y sus costos.
El abandono emocional es común entre aquellos que no ven claro su futuro; un estado relativo, donde la persona que lo padece siente que es dejada de lado, poco deseada y no posee el sostén emocional para salir adelante.
Esta sensación puede aparecer de golpe o gradualmente al sostener relaciones de cualquier tipo. En todos los casos produce dolor psíquico.
Le pregunto: ¿no será causa del porqué algunos jóvenes tienen comportamientos de aparente desinterés? Recuerde las estadísticas en las votaciones.
Los conocedores hablan de diferentes formas de manifestar una actitud de abandono, que puede ser familiar, laboral, legal, etc., en todos ellos se evidencia una especial postura de "no acción". Los administradores le llaman "parálisis paradigmática", que puede llegar a afectar la productividad, con altas pérdidas económicas y/o caídas de posicionamiento en el mercado específico.
Cuando observamos las actitudes sociales de muchos jóvenes, pareciera que están en un plan de rebeldía y/o desenfado ante la situación actual que vive el mundo.
Desde luego que tienen razón y existe una causa importante -tomada entre varias-: repudio por nuestro abandono.
Aparentamos tratar de entenderlos, en casos de excepción atenderlos y en otros, frecuentemente, desatender sus efectos.
La rebeldía mostrada ante toda autoridad también representa una clara respuesta de enojo por nuestra incapacidad de entender lo que les sucede.
Usted puede decirme: eso ha sido desde siempre, con el paso generacional y tiene razón en parte, solamente que ahora existen factores de la vida cotidiana que ponen en peligro el aparente equilibrio social que antes existía. Recordemos algunos:
La comunicación del mundo ha alcanzado niveles tan altos en sus capacidades de transmitir noticias que, al instante, cuando están sucediendo los eventos, podemos estar presenciándolos desde la comodidad de nuestras casas; las redes sociales se han encargado de presentar ideas, actos, diseños de todo tipo, información sobre la salud, fenómenos meteorológicos y -muy serio- todo tipo de comportamientos y escenas sexuales.
Algunos revisores de las redes sociales descubrieron que alrededor del 80% de lo publicado es falso, desvirtuado y/o en muchas de los casos mal intencionado. Ni mencionar a las llamadas "granjas", en las que existen hasta centenas de personas entrenadas en la tecnología de la red, dedicadas a preparar contenidos a propósitos y/a favor de algún producto, politiqueros, actorcillos y/o desentonados. Lógicamente siempre a conveniencia del cliente que paga.
La educación representa un factor importante para definir el futuro de las personas y, hoy día, se ha diversificado presentando muchas variantes que podemos simplificarlas en buenas y malas: unas dan verdaderas herramientas para ser útiles sociales -consecuentemente empleos con salarios adecuados- y otras entretienen, esquilmando a quienes sufrirán para encontrar ubicación -si acaso-. Recuerdo a un amigo que ha sabido abrirse paso en la vida a pesar de haber abortado sus estudios profesionales, quien jugando maliciosamente me dijo: "gracias a que me corrieron no ando manejando un Uber". Tremendo señalamiento.
Las ofertas para comprar cosas innecesarias se han desarrollado, multiplicándose y sofisticándose, de tal forma que lo deseable lo transformaron en necesario. Consumismo.
Para alcanzar a saciar esos "paladares" perseguidores de poder se necesita dinero que cada vez es más difícil ganar, al menos lícitamente. El narcotráfico sabe de tal ansiedad y la utiliza maléficamente a su favor y para mal.
Luego, el entorno del desempleo aparece como sombra al futuro, que se agudiza con la sistematización de procesos, robótica y la ya muy conocida inteligencia artificial.
La sociedad está convulsionada por las nuevas ideas y, consecuentemente, observamos la rebeldía de los jóvenes contra "lo establecido". Así vemos el desprecio al matrimonio, autoridades familiares y político/sociales, las reglas de urbanidad, el abuso del alcohol y hasta las drogas. No excluya los comportamientos sexuales con rasgos verdaderamente estrambóticos.
Ante tal incertidumbre es entendible su desinterés por la política.
Conociendo tal fragilidad social ante la re-jerarquización de valores, los politiqueros no intentan contener el desorden, incluso lo provocan y promueven, buscando saciar sus apetitos inmorales.
Esos politiqueros son capaces de violar las leyes con complicidades para impunidades; aún más: proteger a criminales. Todo se vale por satisfacer "mis" ambiciones personales.
Los verdaderos políticos -cada vez menos- callan desconcertados, desplazados y temerosos.
Las religiones, simple y sencillamente rebasadas por su lentitud en el reaccionar; además no saben cómo.
Solamente queda la reacción familiar, de padres responsables e inteligentes que comprenden los "nuevos tiempos" y puedan reconectarse con los menores de casa. Desde ahí podemos iniciar la contraofensiva a su "abandono".
Piense que promover la felicidad de los nuestros es responsabilidad de mayores, quienes debemos empezar con informarnos para entenderles esa ansiedad que les genera su futuro.
Ayudémoslos a rescatar su futuro, ¿los motivará a votar?
ydarwich@ual.mx