Envueltos en la sobreinformación nacional, particularmente en temas de política, las ofensas que recibimos como sociedad quedan enterradas entre miles de hojas de papel y material enviado por las redes sociales, radio, televisión y/o otros medios de comunicación que nos distraen, alejándonos de nuestro derecho a conocer la verdad. Algunos expertos la definen como intencionalidad negativa.
Buen tema para el Día Internacional de la Mujer.
Es el caso de la violencia que aplicamos a las mujeres, vicio de machismo que pensábamos iba erradicándose, las que, con cifras que impiden politiquerías, denuncian la persistencia y su incremento.
De nada sirven las leyes si no se aplican, caso de las sanciones que se marcan contra el acoso sexual que, en cambio, son utilizadas como herramientas por algunos (as) vivales para hacer acusaciones infundadas en algunos casos y, desde luego ganar dinero con extorsiones. Actualmente: denunciar no obliga a demostrar.
La Organización Internacional del Trabajo, define al acoso sexual: "Comportamiento en función del sexo, de carácter desagradable y ofensivo para la persona que lo sufre. Para que se trate de acoso sexual es necesaria la confluencia de ambos aspectos negativos: no deseado y ofensivo".
La misma organización internacional, enumera las variantes de las ofensas del acoso sexual; van desde el chantaje -más dinero, ascensos, mejoras en horarios-; hostilidad en los centros laborales -generada hacia la persona por terceros-; amenazas -descuentos o responsabilidades-; humillación -señalamientos por apariencia física u orígenes socioculturales-; hasta expresiones verbales o silbidos ofensivos. ¡Adiós piropos!
Algunos acosadores prefieren mostrar imágenes eróticas o francamente pornográficas, que muestran o envían -sean por computadora, teléfonos, revistas, etc.-.
El daño provocado por tales depredadores se presenta en diferentes formas contra las -los- agredidos, alterando su estado emocional que desafortunadamente repercute en el medio familiar y social al que pertenecen, llegado a las somatizaciones -enfermedades físicas- y/o ansiedad, depresión, caída de la productividad y ánimo, hasta choque familiar y social.
También afecta al medio laboral -incluya el escolar- con baja de la productividad e incrementos de los costos, daño al ambiente de la organización, ineficiencia al momento de organizar equipos de trabajo, animadversión entre las personas, ausentismo y renuncias repetidas.
Es importante señalar que, en las áreas o empresas donde existe el acoso sexual, los niveles de rotación, productividad, renuncias y despidos, son más frecuentes.
El artículo 173 del Código Penal, establece penas de seis meses a dos años de prisión, dependiendo de la gravedad del delito; sin embargo, pocos son los acosadores denunciados y menos aún los sentenciados y, dado el caso, son liberados pagando multas que llegan a ser irrisorias.
Quizá el mayor castigo a tales depredadores sea el señalamiento con daño a la imagen del ofensor y a la organización que les incluye. Desafortunadamente, pocos son denunciados ante la opinión pública.
Un tipo de acoso sexual más repugnante es el cometido contra infantes.
Karla de la Cuesta, presidenta de "Alas Abiertas", asociación dedicada a combatir el acoso infantil, aportó datos terribles y afirma que las estadísticas dicen que entre el 60 % y el 80 % de los abusos sexuales en menores se dan en el entorno familiar -Excelsior -06-03-2023-. Usted lo puede corroborar con la frecuencia de las denuncias en los medios de comunicación delatando tales agravios.
Contra toda charlatanería que pretende eludir la irresponsabilidad manifestada con el aumento de los delitos sexuales en los últimos años, sobresale la impunidad provocada por la corrupción o incapacidad de las autoridades.
Los delitos sexuales van en incremento; comparto datos obtenidos del año 2023: el hostigamiento, con 3,483 casos; la violación sexual simple, con 15,163 casos denunciados; la violación equiparada -7,112- y el acoso contra 13,820 personas, dimensionan la gravedad. La cantidad seguramente es mucho mayor, considerando la falta de denuncias por razones varias, desde vergüenza hasta necesidad de mantener el trabajo o la inscripción escolar.
En México, el incremento de la escolaridad ha ayudado al combate de la violencia de todo tipo; entre ellas la violación, el estupro y agresión sexual, aunque aún estamos muy lejanos de terminar con ellas.
No descarte la agresión ejercida por las mujeres empoderadas contra los varones dependientes a su cargo, otro rasgo de debilidad humana que no ha sido investigado y denunciado suficientemente, que se mantiene oculto por el machismo de los ofendidos, quienes callan por vergüenza.
De cierto: debemos atender nuestra corresponsabilidad en tales delitos. Debemos denunciarlos y combatir a tales antisociales y defender al agredido, responsabilidad que no hemos acatado suficientemente. ¿Conoce algún caso? ¿Denunció?
Si desea profundizar en el tema, sorprendiéndose con enojo; le recomiendo el texto "Depredadores", del premio Pulitzer Ronan Farrow, investigación que denuncia los abusos de poderosos en el medio político, empresarial -cine, espectáculos- y otros empoderados de EUA, quienes abusan de los débiles o subalternos en sus respectivos centros de trabajo.