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El hundimiento social

Enrique Irazoqui Morales

De qué hay que estar hecho para no darse cuenta del horror en el que están sumidas grandes proporciones del territorio mexicano, en manos del hampa que está llegando a niveles de perversidad, sólo comparables a las que auspician regímenes totalitarios o los que desatan en las turbas?

Antier se podía mirar con estupor el video del asesinato de Alfredo Cabrera, aspirante por la alianza PAN-PRI-PRD a la alcaldía de Coyuca de Benítez, pueblo cercano de Acapulco, cuando fue atacado a balazos por la espalda antes de subir al templete.

Escalofriante resulta la memoria gráfica de lo sucedido. El candidato se acerca al templete montado en una cancha de basquetbol donde dará su mitin de cierre de campaña. En el vídeo, tomado por un simpatizante, se le ve de espaldas, su camisa roja, un collar de flores alrededor del cuello. De repente, una pistola asoma en el cuadro y le dispara dos veces en la cabeza. La víctima se desvanece y se oyen gritos. Segundos más tarde se escuchan otros 10 o 12 balazos, estos ya más lejanos: son los escoltas de la víctima, que abaten al presunto agresor.

Coyuca de Benítez es un municipio ubicado a 35 kilómetros al noroeste del puerto de Acapulco. Apenas cuenta con poco más de 13 mil habitantes según el censo de 2020. A menos que se trate de un crimen pasional o de una revancha de orgullo ¿De qué monto es la lucha como para decidir privar de la vida a alguien con esa cobardía y con tal saña?

Ese es el nivel de descomposición al que se ha llegado en muchas partes de México. Y ésta emerge con tal ligereza, sencillamente, porque no hay sanciones para los infractores de la ley.

Los "abrazos y no balazos" eso dan como consecuencia, lo peor de todo es que grandes masas del pueblo mexicano que se ven beneficiados con los programas asistenciales poco les importa lo que suceda a su alrededor.

Pasado mañana México asistirá a las urnas para elegir Presidente de la República, 500 diputados (muchos de ellos buscan la reelección), así como el Senado, donde se reparten 128 escaños. En el plano local, en Coahuila, estarán en juego las 38 alcaldías y sus cabildos, con muchos ediles que también buscan reelegirse. En Durango, en el ámbito local, está la renovación de los miembros de su Congreso local.

Desafortunadamente los 3 meses de campaña casi no movieron las preferencias. La elección para presidente (a) es en realidad un referéndum sobre el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, y el presidente, es extraordinariamente popular sobre todo en los estados más pobres. Es casi hegemónico.

AMLO ha sabido hacer de las mañaneras una poderosa plataforma de comunicación. La ha empleado para defender sus acciones, promover sus ideas y atacar a sus adversarios de manera directa. Su exitosa estrategia comunicativa ha sido acompañada por la entrega de enormes cantidades de dinero en programas sociales. Desde hace décadas todos los gobiernos han tenido programas de apoyo a los pobres pero ningún gobierno había hecho un esfuerzo tan abierto para vincular estos apoyos, es como una dádiva personal del presidente.

Los Servidores de la Nación, una multitud de empleados del gobierno federal han hecho el trabajo de tierra para impulsar el mensaje de que estos apoyos son producto de la generosidad de un solo hombre, Andrés Manuel López Obrador. Comprar votos es la manera más fácil de llegar y mantenerse en el poder. A la mayoría de los electores no les importan demasiado temas como el desastre del sistema de salud, a menos de que tengan a familiares enfermos, y mucho menos la crisis del sistema de electricidad y la conducción que se le está dando a la educación pública. Lo que quieren es recibir dinero del gobierno, y como este viene firmado con el nombre y apellido del presidente, expresan su agradecimiento con votos por el partido oficial.

Nadie puede escatimar el logro del presidente López Obrador que ha sido bajar la pobreza. Según el Coneval, la población en situación de pobreza cayó de 51.9 millones en 2018 a 46.8 millones en 2022. Este descenso de 5.1 millones de pobres, a pesar de la pandemia, es un logro que debe ser considerado como un éxito. Sin embargo la población en pobreza extrema aumentó de 8.7 a 9.1 millones, 400 mil personas. Quizá el gobierno de "Primero los pobres" no especificó que no se enfocarían en los más pobres.

La primera obligación del Estado es proporcionar seguridad a las personas y los bienes de sus ciudadanos, y aunque la pobreza es un terrible flagelo, la indolencia que si no la colusión con bandas criminales continuará, llevará a México a un ominoso retroceso como sociedad. Si siguen ocurriendo crímenes como el Coyula de Benítez, el hundimiento social será irremediable.

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