Para saber, hay que leer. Si las universidades no producen bibliotecas, seguramente estás en una muy mala donde lo único que obtendrás será un papel con la intención de conseguir un trabajo mejor pagado. Si no tienes el conocimiento que acredita ese papel, fracasarás. Eso de las carreras que debes de estudiar o no, es muy relativo. La carrera es una vocación y cuando esta existe, te es vital, aunque no te paguen los grandes sueldos. Tu profesión es tu vida, por lo tanto, debes de alimentarla y volvemos a lo de la lectura.
El mundo no puede ser tan pequeño como para limitarse a una profesión y lo que te implica el conocimiento que te proporciona una universidad. (Por lo general, son 35 materias de 4 horas a la semana) Existe lo que muchos llamarían cultura general. Los conocimientos que todo profesionista debería de tener, historia, filosofía, artes, geografía; este último supone el gusto por viajar. Hay muchas más cosas implicadas, saber de deportes es de cultura general, la literatura se encuentra implícita en las artes.
A mí me gusta la literatura, de ahí derivé hacia la historia, sobre todo, la novela biográfica y de algún modo, cuando indagué sobre el mundo prehispánico, comencé a comprar libros de arqueología y antropología. Un tema te lleva a otro, si tienes curiosidad intelectual. Si no la tienes, serás el profesionista mediocre que no tendrá el sueldo deseado y vivirá en el vacío porque estudió algo que no le gustaba pensando que iba a ganar mucho.
A la lectura no se puede obligar. Tiene que salir de uno el gusto por enfrentarse a los libros. Cada quien tiene sus temas; por eso es muy difícil recomendar lecturas a los incipientes lectores porque las primeras experiencias son vitales. Si el primer libro no cumplió tus perspectivas, posiblemente ya no lo vuelvas a intentar.
Como maestro sufrí mucho por hacer leer a mis alumnos, y eso que estudiaban una carrera donde es básico leer. Gente sin vocación, definitivamente. Consultaban resúmenes en lugar de la narrativa original. Todos los trabajos estudiantiles los sacaban de sitios como el Rincón del Vago. Seguramente acabarán haciendo otra cosa y le echarán la culpa a la universidad, o a la carrera.
La lectura debe de convertirse en un pasatiempo, se debe de disfrutar y hacerse un buen hábito. Como hobby nunca se habrá de agotar porque siempre hay libros de reciente publicación. No se hace para presumir ser muy culto, sino para conocer, para satisfacer ese cerebro curioso que entre más sabe más se da cuenta de lo que ignora.
Que los libros están caros es una realidad; por otro lado, existen las librerías de segunda, y una inmensidad de PDF en la red. Yo soy chapado a la antigua, me gusta tener el libro, coleccionarlos en mis libreros armando una biblioteca.
¿Cuánto se puede leer en la vida? Depende. ¿Cuántos libros lees por semana? Uno, son cincuenta y dos al año, 520 por diez años. En sesenta años serían 3 120. Si lees dos, lo multiplicas por dos y si son 3, lo haces por esta cantidad.
Puedes acumular libros sin leerlos, eso sería muy tonto. Antes se decía que se usaban como decoración, según el color de las cortinas o de las alfombras.
Hay libros ideales para el estudio; aunque muchos los desprecian porque son feos y baratos. Una, a la que yo he recurrido, es a los de "sepan cuantos". Ahí se puede encontrar todo lo clásico en literatura, filosofía, y otros temas. Desgraciadamente, la descuidaron, no hay nuevos volúmenes. Tiene buenísimos estudios introductorios. Otra, española, es la Austral.
La lectura produce conocimiento; a diferencia del mensaje audiovisual, te exige imaginar y te anima a la reflexión crítica sobre el texto. Captas el mensaje con la inteligencia y después con la emoción. En lo audiovisual es al revés, primero funciona la emoción y luego la inteligencia.
No he acumulado otra cosa más que libros. Cada quien colecciona lo que le gusta y en eso hay una variedad de objetos. Una sola vez he tenido que vender los que tenía y después me arrepentí; los compraban a cinco pesos el volumen. De eso viven las librerías de segunda. Tú no sabes que va a pasar con ellos, después de que te vayas; sobre todo si en tu casa no leen.
Ya, para mí, es un vicio. No pienso entrar a lectores anónimos para que me lo quiten. Quisiera contagiar a muchos otros de este vicio. Durante cinco años tuve un programa de radio donde leía libros.