"Mi reconocimiento a los cuatro pueblos, a su liderazgo ancestral. El pueblo de Guatemala ha mostrado su sabiduría", expresó el presidente Bernardo Arévalo de León en su discurso de toma de posesión, que tuvo lugar en los primeros minutos del 15 de enero, tras muchas horas de tensa espera.
Su partido, Semilla, nació de las manifestaciones por la lucha anticorrupción en 2015, y obtuvo su registro como partido político en 2018. No parecía que fuese a encabezar las preferencias electorales de los guatemaltecos. Cuando quedó claro que era una opción competitiva, que podría ganar, Arévalo tuvo que enfrentar a una estructura criminal que puso de rodillas a la justicia y ha saqueado los recursos del Estado.
Al final se le alinearon las constelaciones a Bernardo Arévalo y al Movimiento Semilla. Los pueblos originarios movilizados, amplios sectores de la sociedad civil organizados, la diplomacia proactiva de gobiernos y organismos internacionales y una estrategia política inteligente de su partido, se conjuntaron para el éxito electoral, aunque la toma de posesión estuvo en riesgo a cada minuto.
Empiezo a escribir estas líneas en la capital guatemalteca.
En el parque central se pasean ciudadanos con mantas que transmiten el mensaje: "70 años luchando por la primavera".
Se refieren a la llamada primera "primavera democrática" que trajeron consigo los sucesivos gobiernos de los presidentes Juan José Arévalo Bermejo (1945-51) -padre del hoy presidente- y Jacobo Arbenz Guzmán (1951-1954). Éste último fue derrocado por la CIA, y vivió sus últimos años en México.
Aquella primavera democrática trajo consigo libertades democráticas y cambios institucionales como la autonomía municipal, la autonomía a la universidad pública, el código de trabajo, la libertad sindical, la educación pública, la seguridad social (incluyendo el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, al que los guatemaltecos se refieren como el IGSS), y por parte de Arbenz, la reforma agraria.
Han sido meses críticos, semanas de incertidumbre, y horas trascendentales.
La frágil y precaria democracia chapina ha estado en vilo. Por eso duele, lastima, la inexplicable ausencia del vecino, el presidente de México. Se hicieron presentes a lo largo del proceso y en el cambio de mando los presidentes de Colombia, Gustavo Petro, y de Chile, Gabriel Boric. Un posteo en X lo dice todo: "Parece que somos más vecinos de Colombia y Chile que de México. Lamentable ausencia" (https://shorturl.at/FHLOS).
Incluso Washington ha sancionado con restricciones de visado y de viaje a más de 400 personas que han obstaculizado la transmisión del mando.
La tarea que tiene encima el presidente Bernardo Arévalo y su gabinete es inmensa. Guatemala es país más desigual entre los desiguales del continente americano.
Él ha expresado la propuesta de su gobierno en un renglón: "no puede haber democracia sin justicia social, y la justicia social no puede florecer sin democracia". El impulso a un crecimiento económico sostenido e incluyente pasa necesariamente por la edificación de un nuevo contrato social, de un nuevo Estado en Guatemala.
Hoy los guatemaltecos han recuperado su derecho a la palabra. La Semilla ha germinado. La marimba suena festiva. La esperanza vive.