La Encuesta Nacional Sobre el Acceso y Permanencia en la Educación (ENAPE) 2021 revela una cruda realidad, los estudiantes de primaria presentaron los mayores porcentajes de depresión y tristeza del país. Esta información nos confronta con una realidad que no podemos ignorar, la salud mental de niños, niñas y jóvenes es un tema que tiene que tratarse desde todos los ámbitos, incluyendo el escolar.
Momentos de angustia, desolación, tristeza o enojo pueden irrumpir en la vida de cualquier estudiante y es ahí donde la red de apoyo, compuesta por familiares, amigos y compañeros, se convierte en un salvavidas fundamental. Pero, ¿qué pasa cuando la crisis emocional es tan intensa que sobrepasa la capacidad de ayuda de esta red?
Los primeros auxilios psicológicos son la respuesta. Esta herramienta, tan importante como los primeros auxilios físicos, brinda apoyo emocional, escucha activa y orientación práctica a los estudiantes que se encuentran en un punto álgido de sus emociones. Su objetivo no solo es calmar la situación del momento, sino también fortalecer la resiliencia y el bienestar emocional a largo plazo.
La salud mental de los estudiantes es un componente vital en su desarrollo integral. Si bien la escuela es un espacio para el conocimiento y crecimiento, también puede ser un espacio donde los jóvenes experimentan fuertes subidas y bajadas en sus emociones: estrés académico, presión social y bullying, son ejemplos de algunas situaciones que se pueden presentar.
Los primeros auxilios psicológicos ofrecen una respuesta inmediata y efectiva ante estas crisis. Permitir que los estudiantes expresen sus emociones sin ser juzgados, crear un espacio seguro para compartir sus preocupaciones, enseñarles técnicas de manejo del estrés y la ansiedad, y fomentar la creación de redes de apoyo entre ellos, son algunas de las estrategias que pueden utilizarse.
Identificar y referir a los estudiantes que necesitan ayuda especializada es también un paso crucial. No se trata de convertir a los profesores en terapeutas, sino de dotarlos de las herramientas necesarias para actuar como un primer filtro en caso de crisis emocionales.
En definitiva, esta herramienta es un salvavidas esencial en la montaña rusa de emociones del ámbito escolar. Al ofrecer apoyo, escucha y orientación, los profesionales de la educación pueden ayudar a los estudiantes a navegar por las subidas y bajadas de la vida con mayor fortaleza y adaptabilidad. Priorizar el bienestar emocional en el entorno escolar crea un espacio propicio para el aprendizaje, el crecimiento personal y el desarrollo integral de los estudiantes, permitiéndoles llegar a la cima de su potencial educativo.
Sin embargo, la responsabilidad no termina en las puertas de la escuela. La familia también juega un papel fundamental en la protección de la salud mental de los niños, niñas y jóvenes. Les invito a reflexionar qué podemos hacer desde nuestra función como padres, familiares y profesionistas para lograr que las nuevas generaciones cuenten con un entorno seguro y saludable para su crecimiento.