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Barreras humanas, un muro para refugiados

LUZ MARÍA LÓPEZ MEZA.-

El pasado 20 de junio se conmemoró el día Mundial del Refugiado, día que se instó como una manera de visibilizar la situación que viven las personas forzadas a abandonar su hogar, país, para escapar de la pobreza, además de los conflictos y persecuciones en las que se ven inmersos.

La migración ha formado parte de la experiencia humana a lo largo de la historia y el número de refugiados está aumentando en todo el mundo. En la actualidad muchos solicitantes de refugio se encuentran en situaciones de vulnerabilidad debido a las restricciones y políticas de acogida.

Varios países en el mundo acogen personas refugiadas, y garantizan su derecho de solicitar asilo, además de darles la oportunidad de contribuir en las comunidades de acogida. Sin embargo; en otros países las barreras existentes son las leyes, políticas públicas y prácticas que restringen el asilo, generando mayor vulnerabilidad a los solicitantes de asilo, miedo y exclusión y en algunas ocasiones mendicidad. Los discursos de racismo y xenofobia, siguen intensificándose, las personas refugiadas y solicitantes de asilo siguen siendo ignoradas, así como también se sigue ignorando el sufrimiento sobre todo de mujeres, niñas, niños forzados a abandonar su hogar y país.

Falta mucho por hacer, falta mayor sensibilidad y compromiso por partes de los países a colaborar para proteger los derechos fundamentales de las personas solicitantes de asilo, así como a que disfruten del asilo. Los países al contrario generan acciones y políticas que externalizan los procedimientos de asilo, la detención arbitraria de solicitantes de asilo, expulsiones colectivas y devoluciones, sin respetar el principio de no devolución, que prohíbe devolver a las personas a sus países de origen en la que su vida, integridad y libertad corren peligro, o que por causa de la devolución puedan sufrir tortura, castigos, o tratos crueles, inhumanos o degradantes.

A 75 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), que consagra el derecho a solicitar y disfrutar del asilo, como un derecho humano fundamental, que se sustenta en nuestra humanidad compartida y en el derecho a la protección. Así como la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 que se inspiró en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, como otros instrumentos regionales e internacionales, todos ellos se crearon para proteger a las personas forzadas a huir de sus países, por lo que es responsabilidad de cada país proteger, promover, respetar y garantizar los derechos de las personas solicitantes de asilo, así como de generar políticas y acciones para que ninguna persona solicitante de asilo se violente su vida y libertad y se protejan y respeten sus derechos fundamentales.

La Ibero Torreón, a través del Programa de Asuntos Migratorios PRAMI, promueve en sus alumnos empatía y reconocimiento por las personas migrantes y solicitantes de asilo, por lo que constantemente se generan proyectos en atención a estas poblaciones vulnerables.

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