Colleen Hoover (1979) escribió su primer libro en 2012; a la fecha ha publicado más de veinte novelas. Su obra “Romper el círculo” (2016) se ha convertido en un suceso literario mundial.
Prueba de ello es la reciente adaptación a la pantalla grande con la película del mismo nombre, actualmente en cartelera en los cines de la ciudad. El filme ha cautivado a millones de personas alrededor del mundo; los temas que aborda son la violencia intrafamiliar, la violencia de género y los traumas infantiles, que, cuando no son atendidos, definen la personalidad en la edad adulta.
No es mi propósito analizar la película, pues no soy experta en cine. Mi intención es exponer algunas reflexiones a propósito de cómo se muestra la violencia contra la mujer en esta producción y cómo se entrelaza con el romance bajo el pretexto de un erróneo significado del amor.
Sin duda que las agresiones vividas por la madre de la protagonista, y después por ella misma, conmueven a los espectadores y generan empatía.
Hasta es posible que haya personas que las justifiquen debido al trauma del agresor, un trauma que, por una mala jugada del destino, vivió en su niñez. Algunos críticos argumentan que la película romantiza la violencia, y puede ser que sí, pues la disfraza bajo un amor apasionado e ideal, lo cual minimiza la gravedad del abuso vivido por la protagonista.
A pesar de esto, creo que retrata muy bien el proceso de la violencia doméstica, pues lejos de disminuir, su comportamiento es ascendente y cada vez más grave. Si el agresor sabe encontrar a sus víctimas, las víctimas también tienen algo que las engancha con sus agresores.
Ambos actores juegan roles de personas que cargan con traumas infantiles que no han sido superados. Rescato algunos aprendizajes que ojalá la película haya dejado en quienes la hemos visto.
Primero, que la violencia siempre escala, no es magia que el agresor cambiará. Segundo, la violencia siempre trae consigo secuelas emocionales en quienes la ejercen y en quienes la experimentan, tales como la ansiedad, la desconfianza, la depresión, el suicidio o el homicidio.
Tercero, lo más importante es no consentir violencia en ninguna de sus manifestaciones, y mucho menos bajo el pretexto del amor. Cualquiera que sea el tipo de violencia hay que buscar ayuda profesional. Como en la película, por más doloroso que sea, hay que romper el círculo, y esto nunca será demasiado tarde.
Aunque es una obra que genera debate, puede ser un punto de partida para analizar de manera crítica, reflexiva y con mucho amor, las lecciones que se pueden extraer. Como en la obra, es necesario identificar quiénes son los actores secundarios en nuestra vida, pues pueden ser una red de apoyo fundamental para salir del círculo, o bien, pueden ser quienes no nos permitan romperlo.
Se requiere de mucho valor y honestidad para reconocer cuando se vive en un círculo de violencia, aunque no haya golpes.
A veces las palabras, la indiferencia o el no tener libertad para tomar decisiones generan mayor dolor.
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