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Murió José Agustín, gran aficionado al beisbol

JUAN ANTONIO GARCÍA VILLA

En 2005, el gran escritor Vicente Leñero coordinó la publicación de un libro extraordinario. Extraordinario por más de una razón. Asignó a la obra el título de "Pisa y corre. Beisbol por escrito". Tomó la iniciativa de invitar a que se escribiera al caer en la cuenta de que los más notables literatos mexicanos son grandes aficionados al deporte rey pero jamás "escriben sobre temas de beisbol". "¡Vaya! -dice Leñero en el prólogo del libro-- ni fanáticos tan apasionados y tan expertos como Tito Monterroso" lo hace.

Fue por ello que invitó a una docena de escritores nacidos en nuestro país, con excepción de tres que sólo han residido en México, para que escribieran cada uno de ellos un inning, más tres entradas extras. Es decir, un juego (libro) de doce capítulos. Los autores invitados fueron: Daniel Sada, Eduardo Lizalde, Sergio Ramírez (nicaragüense), el propio Vicente Leñero, Alberto Blanco, Raúl Renán, Francisco Hernández, Gerardo de la Torre, Jomi García Ascot (nacido en Túnez), Eliseo Alberto (cubano) y José Agustín.

El mencionado al final, José Agustín, fallecido el martes de la semana pasada, 16 de enero, se hizo cargo del capítulo correspondiente a la décima entrada o primer extra inning, que tituló: "Éjele que ni me dolió". En su texto, el autor de "Tragicomedia mexicana" escribió: "Desde muy niño el beisbol fue mi deporte favorito. Me gustaba verlo jugar y lo hacía a cada rato porque vivía a unas cuadras del Parque del Seguro Social".

En otro pasaje José Agustín dice: "Me gustaba ver el beis, pero más jugarlo", y agrega: "En la escuela, aunque predominaba el fut, también (el beis) se jugaba, a mano, porque los (ojetes) maestros lasallistas nos prohibían guantes, bat y bola dura. No nos fuéramos a lastimar. Por tanto, mejor me iba todos los sábados con mi reverenciado maestro de quinto y sexto, el señor Cúpich, a unos llanos -recuerda-  que estaban en Barranca del Muerto, al otro lado del Río Mixcoac, a jugar con bola dura. Ahí me enteré de la Maya Pony League, cuyo campo se hallaba en la avenida Revolución, junto a los Laboratorios Squibb".

Es una verdadera delicia la lectura de la decena de cuartillas aportadas por José Agustín al libro "Pisa y corre. Beisbol por escrito". Buena parte de su texto lo dedica a hacer la crónica, amenísima, de un juego muy importante de la Liga Maya en el que a él le tocó lanzar y ser además el héroe del encuentro, al conectar tremendo cuadrangular con tres compañeros en las almohadillas ¡un gran slam! Lo narra así, en la parte que corresponde a su turno al bate del jonrón:

"Y con la casa llena. Yo estaba tan prendido  -comenta José Agustín-  que no sabía  ni como me llamaba. Conecté la primera pichada con un garrotazo seco que se tendió por el lado bueno de la tercera base. Salí corriendo hecho la madre, pero un alarido del público me enchinó la piel. Mi batazo había rebasado la barda de madera, que era como de metro y medio, y golpeó duro en la de concreto, más alta, que daba a la avenida Revolución. Hasta entonces me di cuenta de que acababa de conectar un jonrón, el primero en la historia de la Liga Menor ¡con la casa llena!, así que bajé el paso, gozando los gritos y los aplausos".

Significativamente, José Agustín dedicó su texto: "A Juan Villoro". Quizá por tratarse de un conocido escritor aficionado al soccer, como queriéndole decir: También acá hace aire. Por cierto, el pasado fin de semana Villoro dedicó su columna, que tituló "El rescatista", a hacer un breve pero elogioso análisis de la obra literaria de José Agustín. Descanse en paz, el escritor beisbolero.

jagarciav@yahoo.com.mx

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Escrito en: La Peña Beisbolera

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