Este amigo con el que tomo la copa -varias- los martes por la noche saca del vino cosas que me escandalizarían si estuviera yo sobrio. Tres copas, sin embargo, me bastan para no escandalizarme por nada, y ya llevo cuatro o cinco. O seis.
Narra mi amigo:
-Oí decir a un predicador que en el Cielo nos encontraremos con nuestros seres queridos. Yo tengo seres queridos a los que no quiero, y no me gustaría tratar con ellos otra vez. Preferiría mejor ir a otro lugar.
Le digo que el otro lugar es el del fuego eterno, y me responde:
-No importa. Ahí también tengo seres queridos. Son más simpáticos que los otros, y tienen más cosas que contar.
Lo oigo y siento la insana tentación de escandalizarme, pero me sirvo otra copa y el escándalo se va. ¡Cuántas cosas se van con el vino!
¡Hasta mañana!...