La noticia no ha trascendido mucho, pero la verdad es que el Señor está de acuerdo con la teoría de la evolución de Darwin. Dice:
-A mí se me debe el principio, es cierto. Lo demás, sin embargo, se fue haciendo al paso de los tiempos.
Sucedió un día -de esto no hace mucho- que el Creador vio lo que hacían los hombres.
Sus odios.
Sus crímenes.
Sus guerras.
Contempló todo eso el Señor y exclamó lleno de pesar:
-¡Qué lástima! ¡Tan buenos que eran sus antepasados!
¡Hasta mañana!...