Cuando vemos en la publicidad terror y religiosas (comúnmente conocidas como monjas) parece que ya sabemos de qué se va a tratar, la unión de narración en donde combinan algo así como el agua y el aceite, pero que en realidad ni el agua está clara y potable, ni el aceite están denso.
Así han surgido diversos géneros de terror o de suspenso que tienen que ver con la vida secreta que sucede al interior de un convento y que, por tanto, solo puede ser conocido por las personas que viven ahí, así como por Dios mismo desde el punto de vista de la fe.
Si bien venimos de la segunda entrega de La Monja y hace unas semanas se estrenó La Primera Profecía, las cuales ya tienen un público cautivo debido a la historia que involucra la presencia de lo paranormal como lo es una maldición o bien los intentos de que un demonio tome posesión del alma de algunos de los habitantes de este lugar, hay un género que causa mucha controversia no solo por presentar la lucha entre el bien y el mal, sino por dejar una línea de división tan sutil que no sabemos que tanta bondad puede encontrarse en estos sitios.
Este género se le conoce como Nunsploitation, el cual surge en los años 70’s, con diversos trabajos que no llegaron del todo a nuestro país, debido a la censura que había, pero que ahora se pueden encontrar en diferentes plataformas.
Este cine muestra elementos que en algunas personas puede sacudir su nivel de tolerancia ante elementos como son los exorcismos, algunas escenas de tipo gore y violentas, abusos de índole sexual, manifestaciones de histeria colectiva, cosas que en este momento se podría considerar políticamente incorrectas. Solo por mencionar algunos ejemplos de este cine (el cual está dirigido a un público de amplio criterio) está Devils del británico Ken Russell (1971), y dos mexicanas poco conocidas a nivel popular, pero que se han convertido de culto: Satánico Pandemonium de Gilberto Martínez Solares y la mítica Alucarda de Juan López Moctezuma, ambas llevando al espectador a vivir experiencias que no son tan sencillas de digerir.
Nos llega a las pantallas Inmaculada, el debut del director estadounidense Michael Mohan, quien se ha desempeñado más como guionista, lo cual le da un interesante ingrediente a esta película, debido a que lleva la historia a irnos descifrando cada situación de la paz a las aberraciones que pocos pueden imaginar. La protagonista es Sydney Sweeney, conocida por su rol en la serie Euphoria, así como su participación en Madame Web (alguien la vio) y la comedia Con todos menos contigo, quien interpreta a Cecilia Jones, una novicia que se dirige a un convento en Italia, donde terminará su formación para recibir sus votos.
En este convento tendrá que ayudar al cuidado de las religiosas ancianas y, por tanto, deberá de estar todo el día al pendiente de esta situación.
Sin embargo, al poco tiempo de su llegada a este sitio empieza a presentar varios síntomas y cambios en su cuerpo. Un sacerdote descubre que está embarazada y al saber que no ha tenido relaciones con ningún hombre, todos claman que es un milagro, por lo que la consideran Inmaculada.
Pero es aquí donde realmente empieza Cecilia a descubrir que al interior de convento hay una serie de situaciones terroríficas de violencia que dejará con la tensión en todo momento al espectador.
Mohan ha tejido muy bien la película, obviamente recurriendo a las fórmulas del género, pero con la intención de mantener al espectador con la idea de, a pesar de lo controvertido y turbio que pueden llegar a ser ciertas escenas, el ansía de quienes estamos en las butacas es de ver en qué concluye esta situación.
Si bien usa las clásicas escenas de sobresalto que generan que más de uno grite en la sala del cine, el desarrollo de la historia vale la pena, no porque veamos la descomposición de la protagonista, sino por la crítica que lleva en el fondo esta historia, la cual no nos dejará tranquilos hasta que veamos el final.
