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¿Reformar?

Yamil Darwich

Nuestra Constitución Política es el alma del humanismo mexicano, justificación de ser; nuestra responsabilidad: acatarla.

Es la que nos mantiene unidos como país; la Carta Magna, constituye nuestro derecho a recibir justicia tomando en consideración al ser humano por encima de intereses particulares y, muy importante, define los límites entre los tres poderes: Legislativo, Ejecutivo y Judicial.

Es nuestro Código, nos posibilita vivir con justicia y libertad.

Nació por la inquietud de pensadores mexicanos de finales del siglo XIX, hombres y mujeres que reconocían para el pueblo y para sí mismos la necesidad de dar cohesión a un México organizado como federación, con particularidades y necesidades específicas y por regiones, pero integrado por mexicanos y, por ello, luego de una gran lucha intelectual que también costó vidas, bajo el mandato del coahuilense Venustiano Carranza, siendo presidente, en 1916, se dieron inicio a los trabajos del nombrado Congreso Constituyente, que recibió el encargo de reformar al Decreto de 1914.

Para dar cumplimiento al propósito, el 1 de diciembre de 1916, iniciaron las sesiones en la ciudad de Querétaro, siendo el Teatro Iturbide nombrado sede, para concluir con la aprobación - luego de acaloradas discusiones y violencia- de nuestra Constitución Política Mexicana.

El 31 de enero de 1917, tras dos meses de debates, se dieron por terminados los trabajos y el día 5 de febrero, se promulgó, nombrándola Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.

Vendrían acuerdos y desacuerdos en su interpretación, con cambios y ajustes que la dejaron con multitud de enmiendas, algunas buenas, otras opuestas a los intereses nacionales.

Ahora, AMLO, intenta reformarla y dejarla a modo y conveniencia, despertado el enojo de los diferentes sectores sociales, políticos y productivos de México.

Sin duda hay conveniencias para ajustarla al siglo XXI, pero en el caso, parecieran intentos de promoción política, particularmente electoral; simple: si la aprobaran, presentaría un reto enorme al nuevo gobierno -imposible en lo económico a mediano plazo- y, de no hacerlo, será la excelente bandera ante los "amlovers". Ganar, ganar.

Le comparto algunas propuestas que son verdaderamente incumplibles:

Propone la defensa de los derechos de los pueblos indígenas, justa postura, proponiendo su libertad de decisión enuncia: "consultarlos cuando se realicen obras que puedan afectar su vida o entorno y dotarlos de legitimidad jurídica para recibir recursos del presupuesto". Hoy día, tales mexicanos están siendo violentados con la construcción del Tren Maya, rechazado en diferentes ocasiones.

"Reafirmar el derecho a las pensiones de los adultos mayores a partir de los 65 años". Es ocioso sobreabundar en lo constituyente, pero convenientemente abierto para la manipulación política.

"Garantizar atención médica integral gratuita a todos los mexicanos": incompatible con la realidad nacional; "que los trabajadores y familias puedan ser dueños de sus viviendas", sin aclarar los ¿cómo?, dejando con zozobra el derecho a la propiedad privada; prohibir el maltrato a los animales", algo que ya está legislado y sancionado.

"Proscribir en el territorio nacional la extracción de hidrocarburos mediante el fracking"; promesa de campaña que no cumplió.

"Hacer respetar las zonas con escasez de agua y solo autorizar en ellas concesiones para uso doméstico": adiós agricultura, ganadería y mucha de la industria mexicana, favoreciendo el desempleo y pobreza.

"Se propone revertir las reformas de pensiones, (…) pues les impide jubilarse con el 100 por ciento de su salario". Injusto para los ya jubilados; un análisis bancario calcula que requerirían 430 mil millones de pesos sólo para 2025, AMLO propone un fondo semilla de 64 mil 619 millones de pesos. ¡Parece que Pitágoras mintió!

"Se utilizarán para trenes de pasajeros los 18 mil kilómetros de vías férreas concesionados durante el gobierno de Ernesto Zedillo". Actualmente, la mayoría de ellas no están en condiciones de ser útiles o desaparecidas.

"Jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial, en vez de ser propuestos por el Poder Ejecutivo y nombrados por diputados y senadores, serán electos por el pueblo, porque solo el pueblo puede salvar al pueblo". Así podrán serán autoridad iletrados, ignorantes y otros seguidores del idealismo manipulado.

"Para evitar que la Guardia Nacional se corrompa, como sucedió con la Policía Federal, se propone que esta institución forme parte de la Secretaría de la Defensa Nacional". ¿Así resolvieron la inseguridad, corrupción y narcotráfico?

"Convertir en política de estado la austeridad republicana". El sexenio se ha caracterizado por derroche de recursos para destruir -aeropuerto de Texcoco- y construir "elefantes blancos".

Aparecen otras ideas ensoñadoras, en total 20 propuestas que deberán ser analizadas y votadas, algunas ilógicas, hasta risibles, como "prohibir los vapeadores" y permitir la venta de cigarrillos, puros y tabacos.

El remate desconcertante: "¡Que viva la Constitución de 1824! ¡Que viva la Constitución de 1857! ¡Que viva la Constitución de 1917! ¡Viva la transformación! ¡Viva México!"

Esperemos impere el interés nacional por encima del idealismo. ¿Qué opina?

ydarwich@ual.mx

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