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Sigue la subordinación energética de México a Estados Unidos

JULIO CÉSAR RAMÍREZ

En los últimos 32 años, el sector energético del país ha pasado por varias modificaciones políticas, legales y territoriales. Desde la firma del Tratado de Libre Comercio en 1992, pasando por las reformas estructurales de las últimas tres décadas -incluída la llamada Reforma Energética del año 2013-, la política energética ha mantenido un mismo rumbo: abrir al capital privado este sector estratégico, y adecuar la infraestructura energética de México conforme a los intereses del capital predominantemente fósil y en particular al capital fósil de origen estadounidense. En el periodo de la llamada Cuarta Transformación no es diferente, afirma la investigación "Reestructuración energética en México: subordinación en el noroeste y sureste de México", de GeoComunes -colectivo que realiza investigación y cartografía colaborativa para la defensa de los bienes comunes-, dada a conocer el miércoles 6 de marzo.

Así, aunque durante el sexenio 2018-2024 el gobierno federal ha repetido que impulsa un proyecto de nación radicalmente distinto, la revisión de la política energética y de la infraestructura desplegada en el país en los últimos años, revela que la política en la materia mantiene una dinámica territorial de subordinación al capital extranjero y en menor medida al nacional.

Algunos rasgos de esta continuidad son los siguientes: en primer lugar, la tendencia de incremento de las importaciones de gas metano estadounidense -que representan actualmente más del 90 % del gas consumido en el país, sin considerar el consumo propio de PEMEX.

En segundo lugar, GeoComunes observa una continuidad en la centralidad de los hidrocarburos en una matriz energética que mayoritariamente está dirigida a satisfacer la demanda del sector industrial, con primacía de exportación.

Del 2018 al 2024, son las regiones del noroeste y del sureste del país en donde se han centrado las inversiones en el sector energético, en particular para el transporte de hidrocarburos y la generación eléctrica, y esto no es casualidad, sostiene GeoComunes.

Estos proyectos de inversión que se realizan sobre las dos regiones geográficas "más desarticuladas del país", se relacionan con proyectos de ordenamiento territorial que, pese al discurso de cambio y radicalidad, proyectan florecer los sectores económicos que durante el neoliberalismo se desplegaron en estas regiones: las industrias turística, agropecuaria, maquiladora, minera y de transporte mercantil.

Sectores que se gan enriquecido mediante la explotación de mano de la fuerza de trabajo y de los bienes naturales de la región, por lo que han sido cuestionados por las comunidades urbanas y rurales de la localidad.

En las dos regiones -noroeste y sureste- se observa además la existencia de un nuevo tipo de proyectos asociados a una reconversión territorial importante: las terminales de exportación de Gas Natural Licuado, infraestructura con la que se busca convertir al país en plataforma para la reexportación del gas metano estadounidense, de tal manera que éste sea llevado desde México hacia los mercados asiático y europeo.

GeoComunes observa una reconfiguración geográfica que, para México, implica riesgos de seguridad, industrial, ambiental y económica.

La investigación, que abarca 88 páginas, revisó la reestructuración territorial promovida alrededor de tres proyectos emplazados en las dos regiones: el Tren Maya y el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec en el sureste de México, así como el Plan Sonora, vinculado a la profundización de la empresa Sempra en el noroeste.

Se describen los componentes de los megaproyectos, mostrando su función como ordenadores territoriales a nivel nacional, y la forma en que se vinculan con procesos y proyectos en la escala regional.

El objetivo de la investigación es "brindar elementos de información a las comunidades organizadas para discutir la pertinencia de estos proyectos a nivel regional y nacional".

En la infografía de extracción de gas metano mediante fracking en Estados Unidos, menciona la importación de éste. El 72 % del gas metano consumido en México es importado; 96 % si se descuenta el consumo propio de PEMEX.

El Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), como antes el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), permite el libre flujo de dinero y mercancías pero no de personas.

En producción de electricidad, las centrales de ciclo combinado -funcionando con gas- generan el 60 % de la electricidad en México.

En transporte y consumo de electricidad, el 60 % de la electricidad producida en México es consumida por la industria.

La producción industrial -modelo maquilador actualizado con el nearshoring- es sobreexplotación de bienes naturales -agua, tierra, minerales- y sociales -fuerza de trabajo-.

El informe de investigación está en PDF, facebook Geocomunes

¿Qué va a suceder en materia energética en el segundo piso de la Cuarta Transformación?

@kardenche

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