MANOS (PARTE V)
El hombre se ha ocupado de la mano desde la más remota antigüedad. Así, Anaxágoras pensaba que por ella se había convertido en el más inteligente de los seres vivos, al contrario que Aristóteles, según el cual por ser el más inteligente de los seres vivos, por esa razón poseía sus manos.
La palabra mano se deriva del viejo gótico handus, del danés haand o del alemán hand, por lo que el origen lingüístico es evasivo. Sin embargo, el término anatómico manus evidentemente viene del latín manipulus por lo tanto el hombre es "aquel que tiene manos para manipular".
En este sentido las manos devienen en instrumentos definidos por Aristóteles como "antecedente de todos los instrumentos productivos", en esencia, "órganos de investigación más bien que de locomoción".
Después del cerebro, la mano es el tesoro más grande del hombre y a ella se debe el desarrollo del trabajo de artesanía. Es a su vez un órgano de expresión y un órgano especial de los sentidos para la estereognosia.
Las ideas están ligadas a las sensaciones y acciones de las manos no solo en las actividades fundamentales concernientes a protección, comida, combate y perpetuación, sino en la creación, tal como construir, dibujar, modelar y hasta pensar.
La mano es una prolongación del cerebro y contrariamente, gracias a la mano, el cerebro humano ha sido capaz de desarrollarse. La importancia de las áreas motoras y sensoriales de la mano está bien demostrada por la extensa área que ocupa en la corteza cerebral.
La mano no solo es capaz de recibir sino también de brindar. La indagación sobre el origen de las manos hace retroceder en la escala animal hasta que se halla el principio de los miembros en los primitivos elasmobranquios. En ellos se encuentra el primer signo, un pliegue lateral a derecha e izquierda desde las branquias hasta el ano, en cuyo interior los músculos crecen en el desarrollo posterior. Más tarde, la parte media de cada pliegue estuvo deprimida y los dos extremos se hicieron más pronunciados, quedó establecido el orden para todos los peces de tener dos aletas pectorales inmediatamente por detrás de las branquias y dos aletas pélvicas cerca del ano.
Desde entonces este tetrápodo, o arquitectura de cuatro miembros, ha persistido a través de todas las clases consecutivas de anfibios, reptiles y mamíferos, hasta llegar al hombre.
Después de revisar la literatura y disecar manos de reptiles, mamíferos, monos superiores y hombres, Bunnell llegó a las conclusiones siguientes: entre todos los músculos de la extremidad superior, los intrínsecos de la mano son primordiales. Datan de los primitivos peces, en los que no existía brazo, sino solo una aleta pectoral precursora de la mano.
La mano pues, filogenéticamente precede al brazo, que se desarrolló a continuación desde los segmentos cervicales altos.
Los peces no tienen cuello, se articulan los huesos de las aletas pectorales con el cráneo. Los músculos intrínsecos de la mano en el humano están todavía inervados por las dos ramas inferiores del plexo braquial. El brazo se desarrolló más tarde desde el cuello, para la existencia terrestre.
Los primates conservan más elementos del primitivo patrón de la mano. La mano primitiva era pentadáctila y tenía dos hileras de huesos del carpo. Las manos de los diferentes primates, incluido el hombre, son muy similares, y han cambiado muy poco, comparado con otros mamíferos, del tipo de mano primitiva de los remotos anfibios.
Sus íntimas variaciones son adaptaciones a sus especiales actividades. No es racional comparar las manos con una aleta de pez o una garra de oso porque el desarrollo evolutivo natural y, sobre todo, la condición social del humano establece su diferencia.
Los grandes simios actuales: orangután, chimpancé y gorila se apoyan en sus nudillos y son incapaces de realizar la dorsiflexión de sus muñecas.
Ellos necesitan estabilidad para la locomoción con el empleo de sus brazos como muletas. Mientras estos son proporcionalmente mayores que los del hombre, sus pulgares son cortos y los metacarpianos más largos. El pulgar del hombre es más potente que cualquiera de sus ancestros primates.