Karla lanzó un reclamo al Centro de Justicia y Empoderamiento para la Mujer en Torreón.
La burocracia, la falta de sanciones por parte de la autoridad y las constantes amenazas de su expareja, mantienen a "Karla" en un miedo constante de sufrir algún daño o alguna de sus dos hijas.
Su nombre fue modificado a solicitud de la entrevistada por temor a nuevas represalias.
La joven madre compartió que luego de 21 años de matrimonio decidió ponerle fin a la relación ante los cambios constantes de comportamiento de su entonces esposo, en los últimos ocho años. La violencia psicológica y económica fueron una constante tanto para ella como para sus hijas. Por fortuna, su hija mayor se mudó de ciudad para continuar con sus estudios.
"Nos escondía la comida. Nos decía: 'todo lo que está aquí, todo esto que se van a tragar lo compré yo'", pero en el afán de no discutir y sobre todo de que su hija menor no las presenciara, decía comprar comida para las dos. Y las agresiones siguieron.
La verdadera pesadilla comenzó cuando la demanda de divorcio le llegó. Hecho que planeó Karla junto con su abogada, de forma discreta, a fin de no levantar sospechas. Fue el 31 de enero que un actuario le llevó el documento y le solicitó que se retirara del domicilio que aún compartían, puesto que el argumento que presentó fue por la violencia de la que fue víctima durante años.
Pese a las restricciones que emitió la jueza familiar, las violaciones a esta fueron una constante desde el primer día que vivieron separados. Por seguridad, ella y su hija menor pasaron la noche en otro domicilio, hecho que aprovechó su expareja para sacar algunas de sus cosas y hacer destrozos al interior, como causar descomposturas a un automóvil y otros artículos.
El reclamo que hace a la autoridad, sobre todo del Centro de Justicia y Empoderamiento para la Mujer de Torreón, nació luego de que al presentar su denuncia en contra de su expareja por diferentes tipos de violencia, y con la intención de aportar pruebas para la serie de hechos que se fueron presentando, como la ponchadura de su vehículo y el robo del mismo, se topó con una serie de requisitos burocráticos.
"Yo llevaba pruebas en un sobre, no me las quisieron recibir, que tiene que ser hasta que pasen 10 días hábiles de haber puesto la primera denuncia. Entonces como apenas van cinco, tengo que esperar cinco días más para que este señor me siga haciendo daño… y a ver si en estos cinco días, no me mata", dijo desesperada y entre lágrimas de temor.
"Usted nomás siga insistiendo hasta que le judicialice su caso", fue lo único que recibió de parte del Centro de Justicia y Empoderamiento de la Mujer de Torreón, "entonces tengo que ir muchas veces, pero aquí estoy, ¿Qué necesita pasar, que me entierre un cuchillo o que me robe a mi hija? ¿Qué necesita pasar'", insistió.
SIN RESPETAR, ÓRDENES DE RESTRICCIÓN
Karla se encuentra desesperada y a la vez con temor de que las agresiones suban de tono, sobre todo porque pese a contar con dos restricciones, una emitida por el Centro de Justicia y otra por la Fiscalía, ninguna se ha respetado y no ha tenido consecuencias.
"No ha pasado nada. Ayer (jueves) me hizo lo de mi celular, no sé cómo lo hackeo, porque contesta todos mis mensajes y llamadas, y hoy (viernes) las llantas otra vez, y no hay ninguna consecuencia y tampoco no hay ninguna seguridad para mi. Yo la verdad temo por mi vida y por la de mis hijas".
Esto debido a los mensajes que ha publicado en su red social de Facebook en tono amenazantes. "Quiero vivir en paz pero tengo como tres venganzas pendientes", y en los comentarios que la gente le escribe, él solo se contesta, ya que cuenta con dos perfiles, "esto apenas comienza, jajaja", mensajes que la han puesto aún más en alerta, sobre todo por la falta de actuación por parte de las autoridades.
Karla solo espera que esa ayuda que pide a "gritos" no llegue demasiado tarde, puesto que a cada domicilio en donde se ha mudado en busca de seguridad, la ha encontrado.