Elementos esenciales del estado", retumbaba en el salón de la Facultad de Derecho: 1.- pueblo o nación 2.- territorio 3.- gobierno o poder político organizado y por ende 4.- un legítimo estado de derecho basado en la división de poderes. Pero la historia, esa gran chapucera, nos ha mostrado la fragilidad de esos "elementos esenciales". Los gobiernos caen o son derrocados, de Hitler a la estirpe Al Assad. En América Latina en los sesenta y setenta, esa era una historia muy frecuente.
Para complicar el asunto, los reclamos de identidad proliferaron en la segunda mitad del siglo XX, demandando la creación de nuevos estados nación. La multiplicación fue increíble. Hubo años en que se crearon más de dos estados. La subdivisión por razones de religión, de identidad étnica, de idioma, no cesan. En Ruanda en los años noventa, los hutus decidieron borrar de la faz de la tierra a los tutsis. Se calcula que hubo entre 500 mil y un millón de muertos. En 1969 el hombre llegó a la luna y…. ¿Civilización? La violencia descarnada nos muestra que las posibilidades del odio no tienen límites.
Los conflictos territoriales, a veces adormecidos, están en la historia y en el presente. Igual entre Brasil y el Uruguay; o entre Colombia y Perú y otros. Qué decir de los Sudetes en el territorio de lo que fuera Checoslovaquia, que fueron detonador de la Segunda Guerra Mundial. Casos más cercanos: Medio Oriente. Los "elementos esenciales" con frecuencia se tambalean. Pero siempre, hay novedades. Tuvalu y Vanuatu son palabras que nos dicen poco. Se trata de dos pequeñísimos estados de Oceanía asentados en frágiles archipiélagos amenazados de muerte por el incremento en la altura de los mares. Pueden desaparecer. Hay sitios de un atolón donde el agua a los lados está por encontrarse. Estamos ante un hecho inédito: la desaparición del territorio de un estado, provocado por la acción humana.
Por eso, liderados por Vanuatu, acudieron a la Corte Internacional de Justicia (CIJ). En La Haya, se abrirá una audiencia especial para escuchar sus reclamos que apuntan directamente a la emisión de gases de efecto invernadero. Vanuatu tiene alrededor de 320 mil habitantes, es enorme si se le compara con Tuvalu de sólo 12 000. En este último país la propiedad es comunitaria y se transmite por línea familiar. Sus muertos y sus templos, como ocurre en otros países de esa área, están en sus propias casas. Son sólo 26 km cuadrados.
Pero la relevancia del caso es otra y es mayúscula. Elevar el reclamo de estas naciones es señalar la enorme irresponsabilidad de los grandes actores. La CIJ -la máxima instancia de impartición de justicia de la humanidad- revisará los compromisos adquiridos y no cumplidos, las responsabilidades de los distintos actores frente a las futuras generaciones que -de seguir como vamos- perderán patrimonio natural. Tuvalu es -según Climate Watch- uno de los 25 países con menor huella de carbono per cápita. Se calcula que son 33 los países de alto riesgo, los más graves Chad, Somalia, Siria, República Democrática de Congo, Afganistán, Sudán del Sur, República Centroafricana, Nigeria, Etiopía y Bangladesh. Este último tiene el 75% de su territorio inundado.
Algunos cínicos dirán son países pobres, pero no es así. Australia perdió en el 2019, 8.4 millones de hectáreas con flora de distinta clase y alrededor de ¡1000 millones de animales! Chile enfrenta problemas, al igual que Florida y Carolina del Norte o California que se incendian cada año. También México. Los grandes glaciares se caen a pedazos en un desgarrador espectáculo. Pero Trump y seguidores no creen en el cambio climático. Según La ONU, para el 2100, 5000 millones de seres humanos vivirán en zonas áridas. El 77.6% de la tierra ya presenta temperaturas anormales. De 1990 al 2015, el PIB en África cayó 12%. Más miseria, menos biodiversidad.
El ser humano está en el origen y también puede ser la solución. Cuándo nos daremos cuenta de que, …todos somos Tuvalu.