El sexto año de gobierno del presidente López Obrador, se ha caracterizado por una lucha desesperada para alcanzar el triunfo de Morena en las próximas elecciones; sin embargo, por esa carrera alocada, se han multiplicado los tropezones en las tomas de decisiones, en temas de política, economía, salud pública y justicia social, particularmente seguridad y narcotráfico.
Es de reconocer la sobrada habilidad de AMLO para poder reorientar el pensamiento de los apodados "amlovers"; se mantienen ensordecidos y cegados en sus justificados resentimientos. Algunos comprados.
Entre ellos podemos encontrar subgrupos: quienes reciben el beneficio del ingreso económico a través de dádivas; aquellos que, por su incapacidad de decisión, aceptan afirmaciones sin análisis alguno; y los que están comprometidos, ocupando puestos "controlados", con pagas que les mantienen, muchos sin justificar su puesto.
Hay otros detestables: los que saben, comprenden y dimensionan el daño al País y callan ante las prebendas con contratos, permisos o pagos. ¿Recuerda denuncias de relaciones entre corruptos?
Los seguidores de AMLO, ineficientes ocupantes de puestos públicos, no pueden sostener los enunciados mesiánicos del presidente y sus errores al calcular la respuesta social, su incapacidad profesional y/o técnica, corrupción oportunista y ocasionalmente logros de la oposición política partidaria, ocasionan que tales tropezones se repitan frecuentemente. Desgaste político.
El resultado es el despeñe nacional, por ser incapaces de cumplir responsabilidades y hasta aplicar el engaño para esconder los errores. Nos causan pérdidas que deberemos abonar durante varias generaciones.
Aquellos que califican despectivamente a nuestro presidente se equivocan; confunden su deficiente escolaridad con su inteligencia natural. Ha demostrado que su dislalia -trastorno del lenguaje, específicamente de la pronunciación- no tiene relación con sus capacidades de comunicación y administración política demostradas en manejo del mensaje oficial, aprovechando la identificación de las necesidades populares y/o ofensas recibidas por los mexicanos: ¡sabe qué queremos oír!
El discurso mañanero, con todos los gazapos que hasta pudieran sospecharse intencionales, tienen un propósito claro: mantener comprometidos a aquellos que, por resentimiento, desconocimiento o pago, están dispuestos a entregar su libertad y votar para continuar con la llamada "4T". Debo escribir que buena parte de ellos son ciudadanos violentados intelectualmente, por tanto, tienen responsabilidad limitada.
Los opositores, ofendidos, insisten en defender sus posturas agrediendo, contrariando, reprochando y hasta ridiculizando los comunicados oficiales, error que únicamente despresuriza enojo propio y radicaliza a los "amlovers".
No han llegado a comprender que la mayoría de los mensajes que circulan en las redes sociales ofendiéndolos, calificándolos de clasemedieros, neoliberales, aspiracionistas y otros, no van dirigidos a ellos: son para avivar los sentimientos de agravio, rencor y revanchismo contra los llamados "abusivos" por AMLO. Ahora: "son hipócritas… traidores".
Mención especial merece la deficiente y desorientada contraofensiva de los opositores, quienes, en contrapartida, caen en la provocación y se dividen; el efecto que provocan reaccionando con enojo no hace mella en la aceptación del discurso ofensivo y, las encuestas, amañadas o no, lo confirman. De pronto parecieran siguen un libreto acordado.
Entre los distractores aparecen informaciones que estimulan a las redes sociales, propósito logrado por las "granjas" que los producen: entretener para dejar la oportunidad de actuar "en lo oscurito" a los ubicados en puestos de toma de decisión, inmorales agachones, obedientes y sumisos.
Así, según Joseph Goebbels, confunden a la opinión pública sobre las erráticas decisiones: inundar un aeropuerto que nos generó daño en la economía nacional; construir un tren destructor de la ecología; otra refinería que no refina; desatender un sistema de transporte metropolitano que no cumple con su función social; gasto a fondo perdido para sostener empresas desahuciadas; agua para La Laguna que no llega. Despilfarro para lograr fines aviesos, promover el posicionamiento político y/o poder público/económico.
Queda destruir -le llaman deconstrucción- más instituciones públicas, en el afán de concentrar poder y acaparar dineros para pagar costos de elecciones que se presienten amañadas.
Sorpréndase: cuentan con la complicidad de muchos inconformes con la política del actual gobierno: incluya a los que no están dispuestos a sacrificar su estado de confort social y familiar; aquellos que temen las repercusiones por expresar su postura ideológica; los que evaden la realidad, viviendo el "día a día", sin comprometerse con el futuro de todos; jóvenes que no votarán, enajenados, viviendo el consumismo del modernismo; algunos ni credencial de elector han tramitado, porque… ¡¿para qué?!
Resulta preocupante que las elecciones de representantes políticos y la presidencial estén amenazadas por la violencia, incluidas intervenciones del narcotráfico, tristemente desatendidas por el gobierno. ¿Actitud intencional?
Lo invito a reflexionar sobre el actuar en la política nacional y hacer consciencia de nuestras decisiones -incluya no hacer nada-, que tienen consecuencias en el presente, mediano y largo plazo.
Actuemos con responsabilidad social y política, siempre apegados a derecho y respetuosos de todas las ideologías.
Solo podemos aceptar elecciones políticas entre democráticos. ¿Lo hacemos?
ydarwich@ual.mx