Alma llegó ayer a la UMAE 71 acompañada de su hija Laura; hicieron 12 horas de viaje. (Angélica Sandoval)
Hace tres años, Alma fue diagnosticada con insuficiencia renal crónica, producto de la diabetes que padece desde hace más de dos décadas. Tiene 47 años y es originaria de Francisco I. Madero, Coahuila, pero desde muy joven se mudó a Juárez, Chihuahua donde procreó a sus cuatro hijas y ha dedicado los últimos 17 años a trabajar en una maquila, en el puesto de soldadura con cautín; dice que inspecciona las tablillas de los aparatos electrónicos.
Ayer llegó en silla de ruedas a la Unidad Médica de Alta Especialidad (UMAE) No. 71 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) de Torreón acompañada de su hija Laura. El viaje de Chihuahua a La Laguna tuvo una duración aproximada de 12 horas y arribaron alrededor de las 5 de la mañana a bordo de un autobús que gestiona la institución médica para que los pacientes que requieran algún servicio especializado puedan recibir atención médica fuera de su estado de residencia.
De viáticos, para que pudieran cubrir los gastos relacionados con el viaje, le dieron 100 pesos a cada una, lo que resulta insuficiente si se considera que la consulta en la especialidad de Nefrología se programó a las 2 del a tarde y el camión de regreso a Chihuahua, saldría tres horas después. Desayunaron gorditas de 17 pesos y una bebida refrescante mientras esperaban sentadas en las jardineras del Hospital de Especialidades, muy acaloradas.
Con buena actitud, Alma contó que la insuficiencia renal consta de cinco etapas y que en su caso, el médico en Chihuahua determinó que se encontraba en la cuarta, lo que según dice, significó que tenía una pérdida de la función renal grave. Después, evolucionó a la etapa cinco.
Como sus riñones ya no funcionaban lo suficientemente bien, Alma sentía mucho dolor, retención de líquidos, cansancio y desorientación por lo que fue a parar a Urgencias en varias ocasiones. Primero, su tratamiento consistió en hemodiálisis; la sangre circula por medio de una máquina que tiene un filtro para purificar la sangre. "Pero la hemodiálisis me trató bien feo, la pasé bien mal, era de que me daban muchos escalofríos, mucho vómito, era de no poderme parar de dos o tres días de mi cama", expresó.
Después siguió la Diálisis peritoneal que consiste en la colocación de un catéter en el abdomen; se retira el desecho y el líquido excedente a través de los vasos sanguíneos que cubren las paredes del abdomen.
UNA OPCIÓN DE VIDA
Previa valoración médica y mediante estudios específicos, los profesionales de salud le comentaron a Alma que es candidata a un trasplante de riñón para que deje de depender de la diálisis, recupere su energía y mejore su salud, lo que además le permitirá reintegrarse a su vida familiar y laboral.
El trasplante consiste en la extracción de uno de los riñones de un individuo sano o de una persona que haya fallecido, que se coloca en una persona con insuficiencia renal crónica terminal, para que haga las funciones que sus riñones enfermos ya no pueden realizar. Desafortunadamente, le dijeron que el tiempo de espera para el trasplante puede ser prolongado.
"El asunto es que me dijeron que había 5 mil personas delante de mí, pero también está el que pueda ser compatible. La verdad no tengo tanta ilusión pero ya Dios dirá, si él me quiere tener aquí, me va a tener como sea y si hay un trasplante, bienvenido. Ahorita vine a la 71 a consulta con el nefrólogo para que tengan ya mi archivo ahí y si hay un donador, pues que me llamen. Yo no me voy a estresar porque me puedo morir mañana, a pesar de que mis riñones no funcionan yo le doy gracias a Dios por cada nuevo día", comentó.
Al primer trimestre de 2024, el Centro Nacional de Trasplantes (Cenatra) informó que en México hay 20 mil 136 personas en espera de un trasplante de órganos y tejidos. De dicha cifra, 16 mil 629 son personas como Alma, que necesitan un trasplante de riñón.
¿QUIÉN PUEDE DONAR UN RIÑÓN?
El IMSS señala que el donador debe ser una persona mayor de 18 o menor de 65 años, a quienes después de realizarles una serie de estudios se determine que están sanos y que al donar uno de sus riñones, el riesgo para su salud será mínimo, ya que una persona sana puede vivir con un solo riñón y llevar una vida normal. Pueden ser, preferentemente: un familiar (padres, abuelos, hermanos, hijos, esposo o esposa, concubinos, primos) o bien, un amigo o conocido, siempre y cuando firme un documento ante un notario público donde se señale que su decisión es voluntaria y no existe un pago de por medio.
También una persona previamente sana que haya fallecido por muerte encefálica y su familia, como un acto de solidaridad, decida donar sus órganos. Las personas interesadas en la donación altruista pueden consultar la página oficial del Cenatra: https://www.gob.mx/cenatra.