No sé si es porque mis hijas son muy inteligentes, dedicadas, matadas, o cualquiera de los adjetivos que definan a la típica morra del salón que tiene sus cuadernos perfectos, sus apuntes completos, sus libros acomodados y obviamente sus trabajos y sus exámenes calificados con una nota no menor a 9; pero lo que sí sé es que mis hijas, todas y cada una de las veces que hicieron un trabajo en equipo, se quejaron de que nadie trabajaba con la misma calidad que ellas o que ellas eran las únicas que hacían todo o que nadie le dedicaba la misma cantidad de tiempo que ellas; o, peor aún, todas las anteriores dentro de la misma sobremesa. Mi respuesta siempre fue sido la misma, "No puedes pretender que las demás personas trabajen igual que tú, tienes que ser empática y saber que cada persona es diferente y que cada uno se esfuerza a su máximo y bla bla bla", es decir, todo lo que una mamá puede decirle a un hijo para que este aprenda el valioso arte de ser tolerante con los demás.
Sin embargo, me acabo de enterar de un concepto que realmente no conocía y que me hubiera ahorrado muchas pláticas interminables con mis hijas, las cuales terminaban la mayoría de las veces en un "prefiero hacer todo el trabajo yo y regalar la calificación a atenerme a lo que los demás hagan y se lleven mi calificación entre las patas". Que desesperante y que difícil es hacer entender a los chavos que tienen que aprender a trabajar en equipo, que no pueden hacer todo solos, que a veces es importante saber pedir ayuda y aceptar que no siempre su forma de hacer las cosas es la mejor y que definitivamente no es la única forma de llegar al resultado esperado, que hay miles de formas y que todas son respetables.
Pero, regresando a lo importante, ¿Ustedes sabían que existe algo llamado PEREZA SOCIAL O SOCIAL LOAFING? La pereza social es la idea de que algunas personas se esfuerzan menos cuando se las evalúa como parte de un grupo. Pero lo cierto es que nadie quiere trabajar mal, y que, en realidad, este es el síntoma de un problema diferente, el de la falta de claridad.
Remóntate a tu edad de estudiante, todos recordamos el temido proyecto grupal de la escuela. No importa quién estaba en el grupo o de qué se trataba el proyecto, siempre parecía que una persona terminaba haciendo menos que el resto de nosotros. Sin embargo, al finalizar el proyecto, todos obtenían la misma calificación por el trabajo en grupo, sin consecuencias negativas.
Puede ser realmente frustrante sentir que un miembro del equipo hizo menos trabajo que tú y, sin embargo, recibió la misma calificación o crédito. Este fenómeno se llama "pereza social" o "social loafing", la idea de que algunas personas ponen menos esfuerzo cuando se encuentran en un entorno grupal. Según la psicología social, la teoría de la pereza social tiene lugar cuando no hay una clara distribución de las responsabilidades y el enfoque, que antes se centraba en el desempeño individual, ahora se centra en el desempeño grupal.
La pereza social durante los proyectos de grupo a nivel escolar es una cosa. Pero la gran pregunta es: ¿El social loafing realmente se da en el lugar de trabajo ya siendo adultos? Si si, que frustración, pues, la realidad es que en este punto de la vida ya no podemos ir enseñándole a los demás a saber trabajar en equipo y a ser tolerantes con los demás, eso lo haces con tus hijos, no con tus compañeros de trabajo.
La pereza social es el fenómeno psicológico percibido de que los miembros del equipo hacen menos cuando están en un entorno grupal. Este establece que los individuos no hacen su parte cuando se los evalúa como parte de un grupo.
Pero ¿De dónde viene el social loafing? En 1913. Ringelmann, un ingeniero agrónomo francés, descubrió el social loafing pidiendo a varias personas que tiraran de una cuerda. Midió que los individuos se esforzaban más cuando tiraban individualmente que cuando tiraban en grupo. Lo que al principio se denominó efecto Ringelmann pasó a llamarse pereza social o social loafing.
Cuanto mayor es el tamaño del grupo, menos esfuerzo pone cada individuo, esto es una realidad, pues, se confían en que otros harán su parte o que su pereza se ocultará detrás del trabajo de los demás. Además de que inconscientemente cada miembro del grupo cree que su recompensa al final se verá menguada, ya que se dividirá entre todos los miembros del equipo en lugar de ser solamente para su persona.
Sin embargo, en la mayoría de las veces, el trabajo en equipo no es la causa de la reducción de los aportes individuales sino la falta de claridad, ya que cuando los miembros del equipo no tienen claro que tienen que hacer o cuál será el impacto que ese trabajo causará, no pueden priorizar o ejecutar de manera efectiva el trabajo.
Y eso se cura con estos cuatro tips que acabarán con la falta de claridad o motivación:
1. Identificar quién hace qué y para cuándo y explicarlo hasta que todo mundo entienda. (Con peras y manzanas si es necesario).
2. Coordinar el trabajo de una forma centralizada, es decir, que todos reporten su trabajo y avance al mismo coordinador y que este sea el encargado de dar retroalimentación, este puede ser una persona o una herramienta digital.
3. Reduce las tareas rutinarias del trabajo, como juntas, platicas, etc y que ese tiempo lo dediquen a lo realmente importante.
4. Conecta el trabajo diario a los objetivos del proyecto; Cuando todos entienden qué tareas son de vital importancia para el resultado final, los miembros del equipo pueden desenvolverse de manera efectiva.
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