Hace unos meses me tocó llevar a mi hija al dentista, excelente consultorio donde las doctoras siempre la han atendido de maravilla. Esta vez una de las doctoras había llevado a su bebé de 40 días de nacida… tal cual estaba regresando a su vida laboral. Todo iba bien, hasta que la bebé empezó a llorar, y la doctora no salía… se activó mi instinto de mamá y pregunté: ¿la mamá de la bebé es quien está atendiendo a mi hija? Y la respuesta que yo temía: sí.
Nooooooooo, grité en silencio en mi cabeza. Yo sé que no todas las mamás somos aprensivas, me queda claro que hay mujeres muy relajadas y a las cuales admiro. Pero lo que sé es que ninguna madre sobre la tierra puede tener la mente en paz y concentrarse en ninguna actividad si escucha a su bebé llorar. Pues en esas estábamos, terminó la consulta. Claro que yo estaba preocupada por mi hija, como obviamente la doctora estaba por la suya. Pero a lo que voy con esto es que las mujeres no la tenemos tan sencilla, no conozco en mi entorno inmediato un solo hombre que se haya tenido que llevar a su bebé al trabajo, claro que sé que sí han de existir, pero aclaro: no conozco ninguno.
Todavía recuerdo a mi mamá, amigas, tías, primas diciéndome cuando yo llegaba a quejarme (siempre me quejé mucho) de la falta de tiempo, paz, oportunidad para regresar al trabajo al 100, o la carga entre trabajo, casa, criatura, amor propio... "Así es: primero los hijos".
No, primero es elegir una buena pareja; aunque el responder por la pareja para garantizar que va a ser un buen papá, pues tampoco, no hay garantía.
A lo que voy es que se supone que ya no estamos en los tiempos en que la mujer tiene que "sacrificar todo" para tener una familia; se supone que el hombre ya no es macho mexicano y ya ejerce su paternidad a conciencia. Yo sí conozco muchos casos en los que los papás se echan el trompo a la uña y andan malabareando por lograr que toda la familia salga adelante, y se realicen cada uno de los integrantes de la misma.
Me da gusto ver que esos papás hacen lo que les toca para que su esposa gane más, porque si ella deja de pensar en qué van a comer, quién va a ir por el agua, quién va a pagar tal o cual, lógicamente esa energía se va a lo laboral y te va mejor.
Me decía una tía muy sabia: "Nadie sabe lo que tiene la ollita más que quien la menea". Y sí.
Pero, así como me da gusto ver papás responsables, me da mucha tristeza que haya mujeres que se tienen que apoyar de toda la familia para lograr que sus hijos salgan adelante, porque el papá muy en rol proveedor (muy de antaño) sale a trabajar, aporta la economía a la casa (aunque esa economía no alcance), para mí, padres egoístas pues, que no les importan el bienestar integral de los hijos, mucho menos de la mamá, quien tiene que resolver absolutamente todo para salir a trabajar.
No es queja, es la realidad que viven muchas mujeres en La Laguna y México. Gran parte es cultura, parte es educación, parte es machismo, parte son las leyes… Pero creo que todo se resolvería si la mujer aprendiera a que, bajo ninguna circunstancia, debe de perder su autonomía, que hay que ser libre siempre para decidir y tener la solvencia económica para hacerlo y eso se logra siendo independiente económicamente, no hay más. Y si se tiene que hacer doble, triple esfuerzo, se hace.
Ojalá que más padres sí puedan ser ese apoyo para su pareja, para su hijo o hija, para la abuelita que cuida, y aun en papel de abuela sigue dando apoyos y cuidados que ya brindó de madre, y haya menos casos como el de la dentista de mi hija que decidió regresar a su vida laboral, pasando apenas la cuarentena, sintiendo el estrés que no le deseo a nadie,
En serio, felicito a la doctora por reintegrarse a la vida laboral a los 40 días de haber parido, con el cocktail de hormonas que tiene en su cuerpo y con toda la responsabilidad de ser mamá, pero también deseo que tenga un lugar seguro en donde pueda dejar a su bebé. Insisto, aquí se ve que aún existe esa diferencia con los hombres, a ellos no les sucede, y si les llega a pasar, pues se pueden "safar del problema" simplemente yéndose a trabajar cerca en el mejor de los casos y lejos en el peor, desapareciendo de la vida de sus hijos… Que al cabo está socialmente "bien visto" que ellos solo aporten lo económico. Ni modo, esa es la realidad.
Termino esta columna recalcando que nos corresponde a todas y todos que las mujeres no cedan sus libertades. Porque a veces sí está en manos de las mujeres no hacerlo, otras no hay opción. Pensemos en esas mujeres que no tienen elección: el caso de niñas indígenas a las que casan a la fuerza con hombres mayores o las personas que no pueden ir a terapia porque solo tienes para sacar adelante económicamente a los hijos; hay mujeres que aunque tengan un buen estatus social y educación, no cuentan con una red de apoyo para salir de un matrimonio donde hay abuso; hay mujeres que están sometidas por ignorancia, mujeres atrapadas por creencias religiosas y que por no decepcionar a la familia, no les queda más que seguir aparentando tener la familia perfecta. En muchos casos se puede no ceder la libertad, en otros casos toca apoyar para que se pueda.
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