Mucho hablamos en esta columna sobre la menstruación como fenómeno fisiológico, pero es vital en este punto reconocerle también en el plano energético y sociocultural; el lugar o territorio donde se vive este proceso modifica prácticas, actitudes, creencias y las relaciones respecto a ésta.
Cuando nos adentramos en conocer y entender las cosmovisiones de las comunidades en ciertos territorios, es entonces que ampliamos nuestra propia visión y empezamos a identificarnos de manera más sana y amorosa con nuestra parte femenina.
Hay ciertas comunidades, conectadas con su entorno, donde las mujeres celebran y llevan sus procesos de vida cotidiana de manera más consciente; respetan y aprecian los ciclos naturales y desencadenan una sincronización masiva de periodos menstruales a los ciclos lunares, que permiten que haya una fuerza alrededor de actividades comunitarias, como la siembra, por ejemplo, de la que se beneficia la comunidad entera.
En Coahuila, hace algunos cientos de años, nuestras kikapús salían a una caminata de 3 días antes de la luna nueva y durante su menstruación a un lugar apartado, donde pasaban los días bailando, haciendo rituales y ungüentos medicinales, conectando con su propia esencia y dándole un peso mágico a la menstruación; mientras aquellas que no menstruaban, quedaban al cuidado de niños y ancianos de la comunidad. Era un grupo basto de mujeres que sincronizaba su ciclo natural.
En nuestra sociedad, en tiempo actual, la sincronía se da en menor escala, quizás en nuestro grupo de amigas o familia cercana, no compartimos territorio ni nos relacionamos con éste de manera consciente. Ignoramos nuestro cuerpo y el lugar que ocupa en el mundo, perdiendo un poco nuestra propia identidad femenina y la fuerza que emana de ésta. Nos identificamos más por el dolor, las molestias y el peso que nos representa vivirla cada mes.
La distancia social en la que vivimos nos ha orillado a no reconocer nuestros ciclos y el poder energético que encierran. El desconocimiento y la invisibilidad del tema nos reducen a seres patológicos crónicos que viven en angustia constante cada mes, durante 5 días, si bien nos va.
Entiendo que no hay una manera correcta o única de vivir la menstruación, pero hay ciertas condiciones que nos permitirían gestionarla mejor: la libertad de obtener información, de sentir, vivir y hablar de nuestros propios procesos con los otros.
Que para poder menstruar conscientes, libres y de manera amorosa y feliz, necesitamos una comunidad en donde reconocernos y conocernos sin vergüenza. Cuando nuestro entorno no nos proporciona estas condiciones, tendremos que ser nosotros quienes provoquemos estos espacios donde podamos crear nuevos discursos, creencias, identidades y prácticas.
Ojalá tengamos ese lugar seguro donde nuestras historias se entretejan en un relato que hable acerca de menstruación; donde al ser contadas nos apropiemos de nuestra esencia femenina, ya que al hablarla, la menstruación deja de ser una construcción impuesta de la imaginación de otros y empieza a ser totalmente nuestra.
Te invitamos a seguirnos en nuestras redes sociales, en Facebook como vibremospositivo y Fundación Femmex o, en Instagram como @jorge_lpz, @vengavibremospositivo y @ffemmex, @alisencaos