En medio de la polarización política e ideológica que vive Estados Unidos y buena parte del mundo, el fulminante asesinato del activista conservador Charlie Kirk amenaza con dividir y enfrentar todavía más a la sociedad norteamericana.
Sería exageración hablar de una guerra civil inminente, pero sí es viable pensar en una futura ola de crímenes relacionados con líderes que defienden sus valores ideológicos y con una guerra de odios sin cuartel en las redes sociales.
Ocurrió en la década de los 60 cuando se produjeron tres grandes asesinatos que cambiaron la vida del vecino país del norte: El presidente John F. Kennedy en 1963, su hermano Robert, entonces candidato presidencial; y Martín Luther King, activista y defensor de los derechos humanos, ambos ultimados en 1968.
Además del homicidio de Kirk, perpetrado por el joven Tyler Robinson de 22 años --un izquierdista lleno de odio según su propio padre--, se cuentan ya dos intentos de asesinato en contra de Donald Trump, siendo candidato presidencial.
Es un hecho que un sector liberal y radical de Norteamérica identificado con el movimiento "woke" quisiera desaparecer el movimiento de derecha que ha surgido con Trump y que se identifica con el título de MAGA (Make American Great Again).
Kirk fue un sólido aliado de Trump, quien lo aprovechó al máximo para acarrear votos de los jóvenes en las elecciones de noviembre del 2024.
Pero Charlie de 31 años, nacido y criado en los suburbios de Chicago, Illinois, fue desde muy joven un activista político que abrazó las ideas conservadores en medio del clima liberal que viven estados norteamericanos como es el caso de Illinois.
Las posturas conservadores de Kirk son muy diversas y van más allá del movimiento MAGA de Trump, su figura creció tanto en el ámbito de la juventud estadounidense, especialmente entre universitarios que algunos lo veían como un futuro presidente.
Los postulados principales de Kirk fueron los siguientes:
Defensa del libre mercado y el capitalismo; apoyo a valores tradicionales relacionados con la familia, la religión y la moral cristiana; oposición a la "cultura woke" y a sus excesos en temas de la cultura de género; oposición a la ideología de izquierda que ha adoctrinado a estudiantes de muchas universidades norteamericanas.
Kirk era también crítico de la globalización y de organismos internacionales; apoyaba la interpretación original de la Constitución y sus enmiendas, entre ellas el derecho a portar armas como garantía de libertad.
Fue también un ferviente opositor al aborto, defendía la vida y sus alternativas como la adopción; criticó abiertamente la migración ilegal al grado de ganarse muchos enemigos entre sectores y países defensores de la misma.
Kirk creó la asociación "Turning Point" que lo condujo por decenas de campus universitarios donde predicaba sus propuestas y enfrentaba cara a cara a estudiantes que no estaban de acuerdo con su pensamiento.
Era duro y provocador a la hora de hablar, pero jamás violento ni agresivo. Por ello su crimen ha sacudido a los norteamericanos a pesar de que buena parte de la sociedad mantiene criterios liberales dentro de la corriente "woke".
Será muy revelador observar lo que pasará el próximo domingo en Glendale, Arizona, durante su funeral al que asistirán miles de personas, incluyendo el presidente Trump y algunos de sus colaboradores.
Pero lo cierto es que sus propuestas no caerán al vacío, su esposa y hoy viuda Erika Kirk, madre de dos pequeños y originaria de Arizona, afirmó que la batalla de su esposo no es política sino "una guerra espiritual para salvar a este hermoso país".
Quienes mataron a Charlie "no tienen idea de lo que han desatado en todo este país, no tienen idea del fuego que encendieron en esta esposa", subrayó.
En las redes sociales norteamericanas siguen muy presentes los comentarios sobre la desaparición de Kirk, la gran mayoría reconoce el legado del activista además de la firmeza con que defendía sus convicciones. Hay también críticas fuertes en su contra donde se evidencia odio y resentimientos enfermizos.
En un país donde las ideas liberales han llegado a extremos, resultaba hasta cierto punto lógico que figuras conservadoras como Charlie Kirk irrumpieran con singular fuerza y arrastre.
Su muerte, pues, no será en vano, seguramente sus propuestas seguirán vigentes.
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