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Escuchar al síntoma

A veces ignoramos señales comunes de que algo anda mal con el organismo, como la tos, la fiebre, la fatiga o la inapetencia. Cuando se vuelven persistentes, es necesario buscar atención médica para evitar consecuencias graves.

Imagen: Unsplash/ Vitaly Gariev

Imagen: Unsplash/ Vitaly Gariev

FABIO PÉREZ VÁSQUEZ

Suceden con demasiada frecuencia, por ello, hasta dejamos de prestarles la debida atención. Son algo tan simple, y tan común, como un dolor en el vientre al que dedicamos un analgésico, o una sensación de ahogo que desaparece con mucha rapidez, tanta que la olvidamos hasta que vuelve a presentarse.

Los llamamos “síntomas” y su importancia radica en su calidad de mensajeros: anuncian que algo anda mal en una zona del cuerpo, en un órgano, en la mente. Por ello es importante escucharlos y llegar a comprender lo que nos quieren decir.

Es bastante común que en el lenguaje cotidiano los términos “síntoma” y “signo” sean equivalentes. Sin embargo, hablamos de cosas distintas. El primero es algo que el individuo siente, que experimenta; el segundo, en cambio, puede ser observado por el profesional de la salud. Sólo la persona que lo padece es capaz de reportar el síntoma; el médico, aunque tuviera visión de rayos X, no podría verlo; tampoco aparece en los análisis clínicos.

Los síntomas son como el sistema de alarmas del organismo; van guiando hacia el diagnóstico certero y hacia el tratamiento a seguir.

DOLOR

Hay quienes piensan que el dolor es el síntoma por excelencia (y hasta uno de los signos vitales). Ciertamente es más fácil sentirlo que describirlo. Se trata de una sensación desagradable que afecta, de forma local o general, al organismo. Causa un malestar desde leve hasta severo, así como angustia emocional. Es una de las principales razones (acaso la más frecuente) por las que se busca atención médica de emergencia.

El dolor puede ser un guía importante para obtener un diagnóstico temprano e iniciar un tratamiento; permite identificar desde lesiones hasta ataques cardíacos y cánceres. Es, al menos potencialmente, un aliado a la hora de prevenir que muchos padecimientos produzcan sus efectos más graves.

Podemos concluir que el dolor es vital para la supervivencia. De hecho, la insensibilidad hacia él es una condición en extremo peligrosa; es como si las alarmas del cuerpo estuvieran apagadas.

FIEBRE

Se refiere a un aumento anormal de la temperatura corporal. Buena parte de las veces anuncia la presencia de una infección. En menor medida, aparece cuando hay quemaduras severas o cuando serias cantidades de tejido han muerto por falta de suministrosanguíneo. Es un indicador sumamente confiable de que hay enfermedad.

El dolor es considerado el síntoma por excelencia, y es el motivo de consulta médica más frecuente. Imagen: Unsplash/ Engin Akyurt
El dolor es considerado el síntoma por excelencia, y es el motivo de consulta médica más frecuente. Imagen: Unsplash/ Engin Akyurt

NÁUSEAS Y VÓMITOS

Las náuseas, esa sensación desagradable e indolora que anuncia el vómito, son otro síntoma de que algo anda mal. Si bien se considera que náuseas y vómito forman parte de un solo proceso, a veces van cada una por su lado. Podemos describirlos como mecanismos de protección, pues nos advierten que evitemos la ingesta de sustancias potencialmente tóxicas.

También pueden ser los emisarios de problemas médicos de consideración, como una obstrucción intestinal o hasta cáncer, o un envenenamiento, especialmente en casos infantiles.

El vómito es el modo en que el cuerpo responde ante una intoxicación, es un “fuera todo”. Cuando el organismo detecta sustancias potencialmente dañinas en el sistema digestivo, inicia una cadena de respuestas fisiológicas (entre ellas las náuseas y las arcadas). Al expulsar el contenido del estómago, se evita que lo perjudicial llegue al torrente sanguíneo, lo que disminuye el riesgo de daño sistémico.

FATIGA

Este síntoma, en apariencia simple, guarda una amplia complejidad. Se trata de un agotamiento físico o mental muy persistente, una debilidad o falta de energía de consideración; es decir, va más allá del mero cansancio.

La fatiga no se cura con horas de sueño; afecta el funcionamiento de la persona y, por extensión, su calidad de vida. Si bien el cansancio forma parte de la existencia, cuando es tan crónico suele ser una alerta de un problema subyacente, de alguna enfermedad, y no es indicio solamente de males pequeños y llevaderos, sino que también puede tratarse de cuestiones como trastornos autoinmunes, males infecciosos o condiciones neurológicas.

Presentar fiebre generalmente es signo de una infección. Imagen: Unsplash/ Kelly Sikkema
Presentar fiebre generalmente es signo de una infección. Imagen: Unsplash/ Kelly Sikkema

PÉRDIDA DE APETITO

Cuando el deseo de comer disminuye, hay que poner atención. No sólo acarrea pérdida de peso no intencional, por aquello de que hace que una persona se alimente menos, sino porque así se originan deficiencias nutricionales. Esta inapetencia regularmente tiene su causa en cambios fisiológicos, angustias psicológicas, efectos colaterales de medicamentos y otras condiciones subyacentes.

Si bien a veces es una respuesta a cuestiones pasajeras como un fuerte estrés o una enfermedad, cuando la pérdida de apetito es persistente o severa puede significar problemas de salud más graves.

Como síntoma es un indicador clínico importante para identificar diversos padecimientos, pues actúa como un mecanismo de protección que redirige la energía hacia la respuesta inmune del cuerpo. Suele acompañar a males como infecciones o trastornosgastrointestinales.

Los profesionales de la salud monitorean cambios en el apetito y el estado nutricional de sus pacientes porque es un componente esencial del manejo de enfermedades.

Cabe mencionar que la pérdida abrupta de peso, y en un momento dado la desnutrición, facilita el progreso de aquello que afecta a la persona, perjudica la respuesta al tratamiento definido e impacta de forma negativa en el pronóstico general del paciente.

TOS

Aunque no lo parezca, la tos es un mecanismo de defensa. Mediante la expulsión repentina de aire de los pulmones, nos ayuda a despejar las vías respiratorias cuando hay presencia de irritantes, partículas extrañas o mucosidad.

Es una función corporal tan normal como esencial; sin embargo, si es persistente o severa hay muchas probabilidades de que esté indicando algún problema de salud.

La fatiga que no desaparece ni con horas de sueño es un síntoma que no hay que pasar por alto. Imagen: Unsplash/ Chris Lynch
La fatiga que no desaparece ni con horas de sueño es un síntoma que no hay que pasar por alto. Imagen: Unsplash/ Chris Lynch

Los mencionados no son los únicos síntomas que debemos tomar en cuenta. También están el dolor de cabeza, la dificultad para respirar, las palpitaciones, erupciones cutáneas, inflamaciones y demás.

Hay que escuchar a ese dolor, a esa hinchazón, a ese cansancio, porque nos ayudan a buscar atención médica de forma oportuna, lo que se traduce en un diagnóstico temprano y en un tratamiento eficaz para que el paciente recupere su bienestar.

fabioperezmedico@gmail.com

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