En el pasado, el ferrocarril representó un eje fundamental en la historia económica, social y cultural de la Comarca Lagunera. Hoy, aunque activo, sigue vivo a través de los recuerdos y añoranzas de los ex ferrocarrileros, hombres obreros que, junto a la bestia de acero, echaron andar el desarrollo de toda una región.
Aunque el silbido de la maquinaria suena lejano, hoy siete de noviembre el corazón del ferrocarril se encendió de nuevo. Considerado el Día del Ferrocarrilero en México, en Torreón se realizó las peregrinación número 76 del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana Sección 27, la cuál activa la temporada de esta practica devocional dirigida a la Virgen de Guadalupe.
Poco después de las ocho de la mañana, el contingente de ex ferrocarrileros, empleados actuales y familias enteras ligadas a la historia del tren, reunidas donde antes fuera una estación, hoy el Instituto de Música de Coahuila, avanzaron, no sobre las vías, pero si por algunas calles de Torreón hacia la Parroquia De Nuestra Señora de Guadalupe.
El rugido de un camión Brant fue el que marcó la pauta de la devota caminata, en la que participaron varios grupos de danza, como el llamado Tomanzín conformado por mujeres de gran penacho y colorido vestuario que impactaron sus pies contra el asfalto al ritmo que se produce cuando el mazo golpea contra el tambor.
Uno de los organizadores mencionó que cada año logran reunir a aproximadamente 400 personas que crecieron entorno al ferrocarril, a otras que aún viven de él, y también a quienes lo celebran por el simple hecho de haber crecido en una familia de ferrocarrileros.
En Torreón, lo del ferrocarril, es una cuestión de orgullo, y es, al menos, cada siete de noviembre cuando se acentúa a través de la fe de las personas que se reúnen y forman parte de esta tradición que así como el oficio, se ha pasado de generación en generación.
Por eso, durante la peregrinación se dejaron ver familias enteras, algunas con el apellido impreso en playeras, otras con gorras ferrocarrileras, y otras tantas con un pañuelo rojo colgado en el cuello.
Niños y niñas con globo en mano conquistaron los asientos de dos trenes pequeños que avanzaron junto con el contingente hasta el templo. El grupo de danza La India Bonita y el de Danza Azteca se sumaron al encuentro en el que perduró el olor a copal y a incienso.
El espíritu ferrocarrilero llegó a la parroquia al filo de las 10 de la mañana, ahí el sacerdote los recibió en la puerta lanzando agua bendita. Los creyentes del riel y de la Virgen, uno a uno, fueron entrando y ocupando un lugar en los bancos largos color madera claro, para disponerse a escuchar la misa y para agradecer por la vida, por el trabajo que fue y por el recuerdo que aún los une. Afuera, el sonido de los tambores se fue apagando, pero dentro del templo seguía latiendo, como si en cada golpe resonara el eco lejano de un tren que perdura en la memoria ferroviaria de Torreón.
Fe y memoria ferrocarrilera activan peregrinaciones en Torreón
