Fraudes, el crimen cotidiano contra los adultos mayores
Doña Carmen tiene 72 años y toda una vida de trabajo a cuestas. Hace unos meses, recibió una llamada que parecía inofensiva: “Soy del banco, necesitamos verificar su cuenta”. En menos de cinco minutos, perdió sus ahorros. No fue por ingenuidad, sino por exceso de confianza y falta de información. Como ella, miles de adultos mayores en México están siendo víctimas de estafas que se disfrazan de ayuda, de amistad o incluso de cariño.
Las estafas no siempre llegan con máscaras o voces extrañas. A veces tienen rostro conocido: un vecino que ofrece “ayudar con el cajero”, un sobrino que pide la tarjeta “solo para hacer un pago”, o una amiga que insiste en firmar un documento “sin complicaciones”. El fraude se ha vuelto cotidiano, silencioso y doloroso, porque muchas veces ocurre en el entorno más cercano.
Las personas adultas mayores enfrentan el doble reto de aprender a protegerse en el mundo digital y defender su autonomía frente a quienes, bajo el pretexto de ayudar, terminan controlando sus decisiones financieras. Aprender a usar cajeros automáticos, aplicaciones bancarias o simplemente identificar correos electrónicos falsos puede marcar la diferencia entre conservar sus ahorros o perderlos. Por ello, existen cursos gratuitos, talleres presenciales y videos en línea diseñados especialmente para este grupo. El reto es que lleguen a quienes más los necesitan, y que las familias, instituciones y gobiernos locales los promuevan activamente.
En ocasiones, el abuso no viene de un extraño, sino de alguien cercano. Hay casos en que un familiar ofrece “ayuda” para manejar las finanzas, pero termina controlando el dinero, ocultando estados de cuenta o realizando movimientos sin explicaciones. Las personas adultas mayores tienen derecho a tomar sus propias decisiones financieras, a recibir orientación clara y honesta, y a vivir sin manipulación.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2024, solo el 6% de las personas adultas mayores reportó problemas con productos financieros. Sin embargo, su confianza y desconocimiento digital los hace más vulnerables a ciertos tipos de fraude. Los abusos más comunes incluyen correos electrónicos falsos, llamadas engañosas, mensajes de texto fraudulentos, visitas sospechosas a su domicilio e incluso el abuso de confianza por parte de personas cercanas.
La Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) y la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef) han emitido recomendaciones esenciales para evitar caer en fraudes. Es fundamental no compartir contraseñas ni NIP de tarjetas bancarias, no firmar documentos sin leerlos completamente o sin consultar con alguien de confianza, evitar responder llamadas o mensajes sospechosos, consultar directamente con el banco ante cualquier movimiento extraño y exigir transparencia si alguien más maneja sus cuentas o tarjetas.
