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En algún momento de la crianza de los hijos, los padres se preguntan: ¿Cuándo es el momento preciso para hablar con ellos sobre su sexualidad? La respuesta es que cada día es una oportunidad para hacerlo.
Una inquietud que los hijos suelen externar es si su concepción fue planeada o si llegó a estropear planes, forzando situaciones o fulminando la relación de pareja entre sus progenitores. El saberse deseado o no dejará una huella indeleble en el sentir del individuo, al igual que lo hará conocer su origen, por ejemplo, a través de una adopción libremente escogida o, por el contrario, llena de misterios.
El primer hijo siempre será el campo experimental. Aunque los padres se hayan instruido para la crianza, la experiencia es completamente nueva y está llena de sorpresas. Las dudas aquejan particularmente a la mamá, que suele buscar la ayuda de la abuela, tendiendo un puente entre dos generaciones que se unen para construir un mejor presente y futuro para el nuevo ser.
Es en el hogar donde se inicia la educación sexual internalizada, a diferencia de la instrucción escolarizada. En casa se viven los valores, pero también los antivalores, prejuicios, mentiras y mitos.
Si la relación entre los padres es cordial y con buena comunicación, será más fácil percibir el medio hogareño como un refugio acogedor. Si es distanciada, con gritos e insultos, la percepción infantil se volverá ansiosa.
La siguiente fuente de información son las instituciones de crianza y educación a las que asistan los niños y adolescentes. Ahí continúan construyendo un Yo sexual que puede ser de autoaceptación o inseguridad.
LAS DIMENSIONES DE LA SEXUALIDAD
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la sexualidad humana es compleja y multidimensional, fundamental en la vida y se constituye de cuatro áreas:
Placer. Se ubica como una sensación legítima y saludable, y contempla el derecho al goce a través del cuerpo propio y el ajeno.
Amor y afecto. Cuando coexiste un componente emocional con la intimidad sexual se favorece la vinculación afectiva.
Erotismo. El ser humano posee la capacidad de experimentar deseo a través de infinidad de estímulos sensoriales que conforman un erotismo personal y único.
Capacidad reproductiva. La atracción, en su base biológica, constituye el primer paso para la reproducción, que debe estar fincada en la elección libre, consensuada y responsable.
Estas esferas pueden servir como guía para las pláticas sobre sexualidad que vayan surgiendo a lo largo de la crianza de los hijos.

ETAPAS DEL DESARROLLO
A continuación, algunas consideraciones respecto a los conocimientos que se deben transmitir a los menores según su edad:
Infancia (0-6 años). Ante las preguntas de los niños, responder de manera sencilla y clara, sin términos rebuscados o científicos. Es importante referirse a cada parte del cuerpo por su nombre, particularmente los genitales. A esto hay que añadir la información suficiente sobre lo que está permitido en cuanto a contacto corporal, de modo que distinga entre lo público y lo íntimo en las interacciones con los demás. Esta edad es adecuada para aprender sobre el consentimiento, por lo que es necesario capacitar a los menores para distinguir tocamientos inadecuados e informar a sus padres cuando esto suceda, sin importar quién haya cometido el acto. Se le debe aclarar que no tiene por qué guardar secretos ni mentir por temor a que alguien lo dañe (o a su familia). Una interrogante común es el origen de su nacimiento, que puede ser respondida explicando la unión del óvulo y el espermatozoide, sin entrar en descripciones del acto sexual.
Edad escolar (6-11 años). La curiosidad infantil se centra en descubrir el porqué de las cosas, haciendo que la expresión intelectual y emocional del niño sea la de un “pequeño profesor”. Sin embargo, lo que no entiende con claridad, lo fantasea, y con frecuencia se equivoca. Por ello, sus padres necesitan escucharlo el doble de lo que hablen con él para orientar de manera adecuada su incipiente lógica.
Los compañeros con quienes convive en la escuela se llevan sus dudas y falsas respuestas a la escuela, y es ahí donde se gestan las alteraciones a la verdad, unos desinformando a otros. Cuestiones como masturbación, menstruación, tener relaciones, sentir atracción y las diferentes orientaciones sexuales les invaden.
Además, la influencia definitiva de la telefonía celular suele llevarlos a explorar la pornografía. Desafortunadamente, cada vez es más temprana la iniciación sexual dada la conducta de imitación de lo que ven en los videos pornográficos. La primera relación íntima no necesariamente es coital, sino que puede darse mediante besos, seguidos de caricias, masturbación e incluso sexo oral.

Adolescencia (12-18 años). Esta es la etapa de la exploración, ensayo y error. El joven es un mar de confusiones. Un torrente de energía sexual se agolpa en su interior y le estremece, pero es incapaz de dirigirla. Son años que marcarán su autoaceptación en la vida de pareja.
Muchos padres postergan toda conversación sobre sexualidad hasta estas edades, habiendo dejado esa tarea monumental a la escuela, pero también a los otros ambientes en que los menores se desarrollan fuera de casa. Hay quienes incluso se niegan a abordar estos temas durante toda la vida, privando a sus hijos de consejos amorosos, aunque puedan ser equivocados o incompletos.
Las inquietudes más comunes entre los 12 y 18 años están ligadas con la identidad y la búsqueda de su papel en el mundo. Identidad versus confusión del rol, diría Erik Erikson para referirse a las grandes interrogantes con las que se enfrenta el adolescente. “¿Por qué me atraen personas de mi mismo género?”, por ejemplo. Al buscar la primera relación íntima es común que se pregunten si son suficientemente atractivos o capaces de mantener un lazo afectivo.
La masturbación puede ser un desahogo o convertirse en una conducta compulsiva. ¿En qué punto es natural y cuándo se convierte en un signo patológico? ¿Se permite cualquier manera de goce y disfrute sexual? ¿Qué es sano o insano, natural o antinatural? “Mi pareja me pidió un video erótico, ¿puedo negarme sin perder a esa persona?”. Estas y otras disyuntivas les golpean internamente, no obstante, si no han recibido una guía adecuada desde pequeños, probablemente se enfrentarán a un alud de información imprecisa que los confundirá aún más.
Pero más allá de las preocupaciones identitarias, la anticoncepción es un tema obligatorio, así como la prevención de infecciones de transmisión sexual (ITS).
Se tiene la falsa creencia de que educar a los hijos en estas cuestiones promoverá la experimentación sexual precoz. Nada más equivocado. Quienes pudieron expresar sus dudas en casa y fueron escuchados y orientados por sus padres, tienen menores índices de embarazos no deseados, ITS y abuso.
La intimidad alcanzada por aquellos que ejercen su sexualidad considerándola natural conduce a relaciones de pareja satisfactorias.

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