Los grandes peloteros de La Laguna de la década de los años 40 y 50 del siglo pasado, a quienes me referí aquí la semana anterior, se hicieron básicamente en los llanos. Alguien vio su talento y tuvieron la suerte de ser invitados directamente al beisbol profesional. Es probable que otros, pocos o muchos, no se sabe, con idénticas prendas, no hayan tenido esa buena suerte. No había entonces, como ahora, academias para la formación y desarrollo en la práctica del juego de pelota. Son las academias las que actualmente predominan de manera casi absoluta.
En un reglamento de 2004, las Grandes Ligas (MLB) definieron dichas academias así: “Son centros especializados para los jugadores recién firmados. Su objetivo es proveer un ambiente donde el jugador desarrolle sus talentos, aprenda a socializarse y reciba una alimentación adecuada. Proveen también programas educativos, talleres y charlas de crecimiento”.
El país donde funciona el mayor número de academias de beisbol es la República Dominicana.
De hecho todos, los treinta equipos de Grandes Ligas (MLB), tienen una academia en este país.
También algunos conjuntos japoneses, desde que a principios de la década de los 90 estableció la suya el Hiroshima Toyo Carp.
Con el título de “El beisbol en República Dominicana. Crónica de una pasión”, el historiador Orlando Inoa y el cronista deportivo Héctor J. Cruz, publicaron un espléndido libro (de 451 págs.) sobre la trayectoria del juego de pelota en su país. Uno de los capítulos de ese libro lo dedican al tema de las Academias beisboleras. Dicen que la primera en establecerse fue la de los Dodgers de Los Ángeles, en el año de 1987. Posteriormente, todas las demás organizaciones siguieron los pasos de los Dodgers.
Los citados autores dan cuenta del proceso que se sigue con los jóvenes prospectos, en quienes se observa talento y son invitados a alguna academia: Luego de una entrevista de corte más o menos burocrático, al muchacho seleccionado se le invita a ir “con el médico y luego con el psicólogo para una evaluación de su personalidad. Y antes que con ellos dos, con el dentista”.
“Sí, el dentista es el primer escalón para subir. Porque cuando piden a los jóvenes abrir la boca es frecuente que sus dientes presenten un deterioro progresivo. De manera que por ahí hay que empezar… para hacerse un buen pelotero. Primero arreglar los dientes. Segundo chequear los parásitos en el estómago. Balancear la alimentación. Tercero chequear la mente, no sea que no pueda soportar la disciplina del campo …o que cause problemas mayores”.
“Luego vienen los complementos. Las clases de inglés, para que cuando vaya a Estados Unidos sepa pedir comida, hablar con los demás, con sus jefes, con su manager, con sus compañeros. Las clases de historia, la de dominicana y la de Estados Unidos. Porque debe saber algo más, aparte de la pelota”.
“Al final de todo, va al campo de juego. A la preparación física, al gimnasio para fortalecer los hombros, los brazos, la espalda. Y a correr mucho, para fortalecer las piernas y conseguir consistencia. Hay que agotar los 9 innings,y sino tiene buenas piernas, se cansará en el 6to. Lanzar la pelota, tomar rodados o elevados, muchas prácticas de bateo, y finalmente, el juego en serio” (continuará).
REMES Y MONTER
Anteayer lunes participaron vía zoom en la reunión de nuestra Peña dos relevantes personajes del beisbol mexicano: Fernando “Pulpo” Remes, célebre parador en corto del “cuadro del millón” de los Tigres capitalinos de la década de los 60, y el exampayer de LMB Jesús Monter. Expusieron a los peñistas un interesante proyecto, que fue muy del agrado del grupo y del que se informará aquí en detalle la próxima semana.
