Mi perro Terry.
Volabas por el cielo como un ángel. Tus largas orejas de cocker spaniel te servían de alas.
Ibas y venías como cuando eras niño; hacías piruetas aéreas, y a tu regreso me mirabas como diciendo: -¿Qué tal, eh? Me pregunto, Terry, si tú también me sueñas.
Pienso que sí, pues soy un sueño, igual que tú.
Quizá me ves ir y venir por los varios caminos de la vida, y de seguro miras mis piruetas de funámbulo.
Espera mi regreso, Terry.
Entonces yo también habré de preguntarte: -¿Qué tal, eh? ¡Hasta mañana!...