Dijo el rey Cleto:
-Antes las pelotas eran redondas por obra de nuestros adversarios.
Así diciendo ordenó que en adelante las pelotas fueran cuadradas. Declaró, ufano:
-Eso es parte de la Transformación del Reino.
Sucedió, sin embargo, que las pelotas no botaban bien. El rey culpó de eso a los monarcas anteriores, y el ministro de Propaganda empezó a repetir una y otra vez que nunca las pelotas habían botado mejor.
Una mañana el soberano desfiló ante sus vasallos. A todos los mantenía, así que todos gritaban:
-¡Arriba las pelotas de la Transformación!
Un niño dijo:
-No botan bien. Son cuadradas.
Los vasallos no lo oyeron. Seguían gritando, pues si no gritan no comen. El rey Cleto reina todavía. Ahora se dispone a ordenar que la luna también sea cuadrada.