Max López Díez, hijo de Manola Diez, sufrió un trágico accidente en 2012 que le costó la visión de un ojo, marcando para siempre a su familia/ Especial
Durante unas vacaciones familiares en Cancún en 2012, la vida de Manola Diez dio un giro inesperado. Su hijo Max, de apenas seis años, sufrió un accidente doméstico que lo dejó con una secuela irreversible: la pérdida de su ojo izquierdo. El episodio, que recientemente volvió a ser tema de conversación en el reality “La Granja VIP”, dejó una huella imborrable en la actriz y su familia.
Mientras Max estaba bajo el cuidado de familiares, intentó abrir una gelatina con un cuchillo de madera. El objeto se deslizó y se incrustó en su ojo, provocando una lesión severa. A pesar de los esfuerzos médicos, el daño fue irreversible. Manola Diez, quien se encontraba en la Ciudad de México por compromisos laborales, recibió la noticia con profundo dolor.
La reacción de Max: valentía en medio del dolor
Lo que más impactó a Manola Diez no fue solo el accidente, sino la forma en que su hijo enfrentó la situación. Al reencontrarse con él, Max le relató lo sucedido con una frase que aún la persigue: “Me lo saqué solo, me quedé con el ojo en la mano”. Esa madurez inesperada en un niño tan pequeño conmovió a la actriz profundamente.
Desde entonces, Max ha demostrado una fortaleza admirable. En entrevistas, Manola Diez ha compartido que su hijo nunca dejó de sonreír ni de repetir que “seguía siendo feliz”. Esa actitud resiliente se convirtió en un motor para la actriz, quien reevaluó su carrera y sus prioridades personales.
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El accidente no solo afectó a Max físicamente, sino que transformó la perspectiva de Manola Diez sobre la maternidad y la fama. Alejada por un tiempo de los reflectores, la actriz se dedicó a acompañar a su hijo en su recuperación emocional. Este proceso la llevó a reconectar con su rol como madre y a valorar los momentos cotidianos.
Hoy, en “La Granja VIP”, Manola Diez ha compartido esta historia como parte de su proceso de sanación. Su testimonio ha generado empatía entre los espectadores y ha abierto un espacio de conversación sobre los riesgos de los accidentes domésticos y la importancia de la prevención.
Una historia que inspira
La historia de Max López Díez es más que una tragedia: es un ejemplo de resiliencia infantil. Su capacidad para adaptarse y mantener una actitud positiva ha sido reconocida por muchos. Manola Diez, por su parte, ha convertido el dolor en aprendizaje, usando su plataforma para concientizar sobre los peligros en el hogar.
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