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Resignificación de los árboles en nuestra metrópoli

MANUEL VALENCIA CASTRO

ué nos queda después de observar los oídos sordos, incluso agravios de las autoridades hacia los ciudadanos interesados por su ciudad? Sólo sentimientos de desconfianza y frustración. De todo les pasó a los jóvenes de Laguna Verde por interesarse en evitar el daño anunciado a los árboles del Bulevar Independencia y Abastos. Las autoridades encargadas del proyecto incluso simularon reuniones con diversos actores anunciando la presencia de ambientalistas, según yo disfrazados de sillas, porque en las fotografías publicadas no se reconocía ninguno como tal. ¿Por qué la exclusión y la política de oídos sordos? Será que los administradores de la ciudad están desconectados de la realidad de la comunidad que representan y se les dificulta entender sus necesidades y preocupaciones o quizás existen presiones de los lobbies interesados en la expansión caótica de la ciudad hacia diferentes rumbos. Como sea la ciudadanía sale perdiendo.

Pero lo que nadie puede negar es que vivimos en una urbe en la que las olas de calor son intensas y prolongadas y que se exacerban por las numerosas planchas de concreto y asfalto, en donde además las lluvias son escasas y las afectaciones a los ecosistemas naturales circundantes son graves. Pero eso no es todo, una gran cantidad de vehículos automotores e industrias y agroindustrias resoplan al ambiente cantidades muy elevadas de contaminantes que todos sin excepción respiramos, no hay para donde hacerse.

Frente a este desolador y tóxico ambiente en el que vivimos, la alternativa de remediación más accesible y económica es la de plantar árboles en sitios estratégicos para obtener el máximo beneficio en el enfriamiento de nuestro ambiente y en el mejoramiento de la calidad del aire que respiramos. Maximizar el funcionamiento del filtro biológico requiere también aumentar la biodiversidad de los árboles que se planten.

Las hojas de los árboles tienen pequeños orificios que se abren en determinados momentos para liberar agua y oxígeno, y para absorber aire. Es la forma natural de las plantas para absorber el dióxido de carbono del aire que luego reacciona con el agua en presencia de energía solar para producir carbohidratos que luego es usado como alimento por la propia planta o en forma de frutos para herbívoros y omnívoros. Pero cuidado, lo que entra a la planta es la mezcla de gases que contiene el aire que absorbe, lo cual es significativo ya que gases tóxicos como los óxidos de nitrógeno y azufre, incluso el ozono es transformado dentro de la planta a otras sustancias. Luego entonces los árboles no sólo absorben dióxido de carbono, como se repitió una y otra vez por comunicadores y activistas.

Es por ello que debemos resignificar nuestros árboles, porque los parques como los bosques urbanos y los corredores verdes, son verdaderos pulmones de la ciudad.

Dos científicos que se han distinguido por investigar el efecto de los árboles en la calidad del aire son David J. Nowak y Gordon M. Heisler (reporte de 2010) dicen lo siguiente: Los árboles eliminan la contaminación atmosférica gaseosa principalmente mediante la absorción a través de las hojas. Los árboles también eliminan la contaminación al interceptar partículas suspendidas en el aire, las cuales son arrastradas por la lluvia o depositadas en el suelo con la caída de hojas y ramas. Los árboles sanos en las ciudades pueden eliminar cantidades significativas de contaminación atmosférica. La cantidad de contaminación eliminada está directamente relacionada con la cantidad de contaminación atmosférica.

Otro investigador destacado que ha estudiado a los árboles desde la perspectiva de su funcionamiento como filtro de material particulado, que a la postre es el contaminante más peligroso de la región, es Yang, quien señala que las especies de árboles que eliminan mayor cantidad de material particulado son aquellos que tienen mayor complejidad y densidad foliar (entiéndase muchas hojas en diferentes niveles), cobertura de cera y un alto índice de área foliar, estas características no sólo detienen más partículas suspendidas, sino que además evitan su liberación durante eventos de lluvia.

Dar nuevos significados a los árboles de nuestras ciudades tiene que ver con la calidad de vida de las personas, esto es, salud física y mental. Hasta aquí ha quedado claro que una gran cobertura de árboles reducirá la contaminación del aire y con ello el riesgo de enfermedades graves, pues bien, la salud mental se puede mejorar notablemente si se cumple la regla 3-30-300, esto es, que cualquiera de nosotros pueda ver desde su casa tres árboles, que tengamos un 30% de cobertura arbórea en nuestro vecindario y que a no más de 300 metros de donde vivimos se tenga un espacio verde de alta calidad.

Finalmente, para aquellos que se escudan en pretextos como la falta de espacio para no poner árboles o vegetación, les recuerdo que hay una gran cantidad de especies trepadoras comúnmente llamadas enredaderas, que no requieren gran cantidad de espacio y que por otro lado los techos verdes pueden alojar algunas especies arbóreas. Recuerden también los nodos y la infraestructura verde y azul. No hay pretextos.

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