La llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia de México marcó el inicio de una nueva etapa en la Cuarta Transformación. Si bien su gobierno se presenta como continuidad del proyecto iniciado por Andrés Manuel López Obrador, la presidenta ha comenzado a tomar distancia de los escándalos - por no llamar francas corruptelas- que marcaron el sexenio anterior. En este sentido, el día de ayer en su columna el periodista Carlos Loret de Mola revela que según sus fuentes, la administración federal ejecutará el siguiente movimiento estratégico: el cerco a Pedro Haces, líder sindical de la CATEM, comenzando a través de la neutralización de su operador "El Limones" en Durango. Esta acción se inscribe en una ofensiva más amplia para limpiar los casos de corrupción que involucran a figuras clave del gobierno anterior.
Dentro del contexto nacional que implica la presunta próxima andanada contra el diputado Haces, la supuesta acción que enderezarían en contra de Édgar Rodríguez Ortiz, el dichoso Limones, tendría implicaciones importantes en La Laguna, particularmente en la de Durango, donde opera este personaje, pero la vida común lagunera entre Durango y Coahuila hace que haya repercusiones en los dos estados. Este señor ha sido identificado como dirigente sindical en Durango dentro de la organización CATEM el brazo sindical de Morena, siendo acusado entre otras cosas de extorsión a varios sectores productivos, particularmente al agropecuario en general, a la industria de la construcción y transporte público. En caso de darse su caída, esta parecería señal inequívoca que ciertamente existe una estrategia del gobierno de Claudia Sheinbaum para desempoderar a Pedro Haces, líder nacional de CATEM, quien ha sido señalado por sus lujos excesivos y presuntos vínculos con corrupción.
Sin embargo, Sheinbaum Pardo tiene delante otros objetivos de peso completo con los que tendrá que lidiar si quiere sacudirse el legado incómodo en cuanto corrupción que le heredó Andrés Manuel: Rafael Ojeda, exsecretario de Marina, vinculado a una red de huachicol fiscal operada por su sobrino; Adán Augusto López, exsecretario de Gobernación, relacionado con el cártel de La Barredora y Alfonso Romo, exjefe de la Oficina de Presidencia, señalado por lavado de dinero del Cártel Jalisco Nueva Generación a través de Vector Casa de Bolsa. Doloroso el primer caso: los delitos que se le imputan a los sobrinos políticos del almirante Ojeda manchan el prestigio de la Armada de México, una de las instituciones más respetadas en el país; el caso del empresario Romo, ya no tiene participación relevante en el contexto político. Distinto es el caso del senador Adán Augusto López, quien con su directa o indirecta relación con el crimen organizado vía "La Barredora" se convierte en un cadáver político, y así le deja de estorbar a la presidenta.
Claro está que al menos en los altos círculos del poder, la corrupción no se fue del todo en el sexenio del presidente López Obrador: su Secretario de Gobernación, su Secretario de Marina y su Jefe de Oficina, han sido señalados -que no sentenciados ni mucho menos- por hacer participado de alguna u otra forma en prácticas delincuenciales.
Será muy difícil para el actual gobierno limpiar estos lastres heredados sin evidenciar las fallas del gobierno de su antecesor.
Parecería entonces que al haberse destapado esta cloaca de escándalos en el primer círculo de AMLO descarrilaría al autodenominado movimiento de la 4T, pero según datos del INEGI, entre 2018 y 2024, 13.4 millones de mexicanos salieron de la pobreza la cual se atribuye al aumento del salario mínimo, la expansión de programas sociales y una política económica centrada en el bienestar. Éxitos que no se pueden regatear de ninguna manera.
Paradójico es que en la eterna campaña presidencial de López Obrador (2006-2018) siempre dijo que el principal problema de México era la corrupción. Pues su movimiento ha sacado a más de 14 millones de su estatus de pobreza, aun siendo corruptos. Si Claudia Sheinbaum lograr limpiar lo que él dejó, quizá realmente el segundo piso de la 4T, sea mucho mejor que el primero, el que construyó el propio Andrés Manuel.