Hace unos días me preguntaron qué podemos hacer para cambiar paradigmas en los derechos menstruales, especialmente cuando tantos esfuerzos se frenan por obstáculos culturales: tomadores de decisiones que descartan el tema por "trivial", autoridades que lo consideran poco prioritario, gerencias de recursos humanos que no lo ubican dentro de la salud ocupacional, direcciones escolares sin formación ni recursos para atenderlo e incluso responsables de centros penitenciarios sin empatía o sensibilidad. La lista es larga.
Mi respuesta fue simple: hablar de menstruación. Porque hablar de menstruación es, en sí mismo, un acto revolucionario. Poner el tema en la conversación es sacar a la luz algo que nos atraviesa emocional y físicamente durante gran parte de nuestra vida, pero que se ha vivido en silencio por generaciones. Y ese silencio ya no nos sirve. Hablarlo le devuelve su importancia, pero también su normalidad, y poco a poco lo va colocando en todas las agendas.
Y vamos avanzando. Hace casi siete años comenzamos con el activismo menstrual y, sin querer, nos subimos a una ola roja internacional que hoy empieza a rendir frutos. Las reformas legislativas y las políticas públicas han venido acompañadas de un cambio profundo en la forma en que miramos el mundo: películas, comerciales, canciones, materiales didácticos, guías y manuales, productos de gestión menstrual innovadores y esas conversaciones cotidianas -las de sobremesa, las de la oficina, las de redes sociales- que están transformando nuestra realidad.
Lo mismo está ocurriendo con otros temas que también habían sido silenciados: la lactancia, los derechos sexuales y reproductivos, las labores de cuidado y el trabajo no remunerado, la paridad laboral y política. Todos han encontrado fuerza cuando empezamos a hablarlos sin miedo y sin vergüenza.
Falta mucho, sí, pero cada vez estamos más cerca. Y emociona ver cómo esta revolución crece: niñas y mujeres de todas las edades, pero también más y más hombres entendiendo que la menstruación no es un tema de género, sino de humanidad. Porque cuando algo le ocurre a más de la mitad de la población, inevitablemente mueve la realidad social, emocional, laboral y económica de un país entero.
Sé parte de la historia hablando de menstruación con tus amigas, tus compañeros y compañeras de escuela o de trabajo y con tu familia; de lo que te pasa, de los productos que prefieres o de cómo te afecta tu periodo cuando llega. Consume contenido sobre sus fases, sus etapas y sobre pobreza menstrual y cómo combatirla. Cada conversación suma y cada paso abre camino. La revolución menstrual ya empezó. Síguenos en nuestras redes como @ffemmex, @jenyca, @vengavibremospositivo y @jorge_lpz, donde encontrarás más información con un punto de vista humanista y positivo.