El libro "Crímenes de Francisco Villa", de Reidezel Mendoza, denuncia a Doroteo Arango Arámbula, desmintiendo lo enseñado en la historia oficial. Las aportaciones documentarias que comparte ponen en duda lo que otros historiadores han escrito sobre su vida, multicitada políticamente para fomentar el apoyo popular a las autoridades en turno. Como otros casos.
José Doroteo Arango Arámbula, nace en San Juan del Río, Durango, el 5 de junio de 1878 y es asesinado en Hidalgo del Parral, Chihuahua, el 20 de julio de 1923; aún hoy día, es citado en distintos textos, con verdades, mitos y/o leyendas, redactadas con intereses políticos.
Le comparto algunas denuncias, que espero sirvan para repensar quién fue realmente Doroteo: ¿héroe o bandolero?
Empezando por mencionar su alias famoso, Francisco Villa; al parecer, se debió a su interés por rendir homenaje al bandolero que lo cuidó en su juventud y enseñó a utilizar caminos y veredas del norte de México, además de los principios del asalto y robo de ganado.
Mendoza, cita la historia narrada por el doctor Ernesto Helffer, de Parral, Chihuahua, ratificada por la enfermera Soledad Pastrano: "mientras esperaba el nacimiento de uno de sus hijos, dijo: 'yo soy muy fuerte, yo con la mano derecha he levantado diez mil seseras humanas y no cuento las que he levantado con la izquierda, porque también con la izquierda sé manejar la pistola'".
Hablar de un bien superior que disculpa el mal actuar de Doroteo se basa en un principio dictado en la ética griega, atribuido a Aristóteles, que terminaba por justificar el daño al hacer un bien mayor, acabando por evaluar como bueno lo que es inherentemente malo.
Al tratar de ocultar las razones profundas de su actuar, las historias de Villa -Doroteo Arango Arámbula-, están cuajadas de mitos, presentándolo como vengador y justiciero; queda la leyenda de su primer asesinato, al parecer en 1894, cuando uno de los hijos de Laureano López Negrete, propietario de la Hacienda Sombreretillo, violó a la hermana mayor. Le disparó para luego huir de la justicia; otra versión, señala a la madre como la vejada por el terrateniente.
Villa, decía hacerlo por la patria… por los pobres, minimizando y justificando el daño provocado; asesinaba sin culpa y es probable que se tratara de un individuo con graves problemas de disociación emocional, aunque algunos historiadores del pasado insistieron en enaltecerlo. ¿Usted qué cree?
Ya hemos dialogado sobre el sentir de tales enfermos, quienes carecen de capacidad para tener sentimientos culposos; el señalamiento de mandar asesinar a su compadre, Tomás Urbina, por "dejar de ser útil a la causa", aporta un síntoma para su diagnóstico.
Celia Herrera -1906-1996-, escribió "Francisco Villa ante la historia", recopilando otros datos del llamado Centauro del Norte, una vida de por sí plagada de mitos e historias narradas por fanáticos -algunos pagados- y/o seguidores de su ejército, escritas durante el período revolucionario y aún después.
Recuerde que la matanza civil terminó en 1917 y él fue acribillado en 1923, al parecer por órdenes de Calles, quien, según la historia, temía interfiriera en sus intereses políticos y hasta regresara a las armas.
La historia de Francisco Villa está cuajada de mitos, presentándolo como vengador, forajido, héroe, estratega sin comparación y/o justiciero. ¿Cuál prefiere?
Venustiano Carranza, reactivó una ley del 23/01/1862 con la que le declaraba traidor a la patria y debería ser fusilado, acompañado por Rodolfo Fierro, alias "el carnicero", que se jactaba de "ajusticiar por propia mano" y no fusilar.
Otra historia: Manuel Banda, otro de los cercanos, apodado "el chino", montado en su motocicleta recorría la retaguardia en las batallas y mataba a todo aquel que intentaba retroceder; otro relato menciona a Miguel Vaca Valles, alias" el matancero", mote ganado por sus antecedentes de haber sido carnicero y que, a sus 48 años, fuera también llamado el viejo, señalado por sus crímenes.
Una más, Manuel Vaca Reyes, conocido como el "mano negra", de oficio zapatero, quien fue escolta de Villa, siendo su amigo hasta 1908, cuando asesinó a un sujeto llamado Leonardo, que impidió secuestrar una de sus hijas en La Comarca Lagunera.
En Torreón, expulsó a 800 españoles, a quienes les confisco -según el mito, 20 millones de pesos-, dándoles a elegir: "se suben al tren -furgones usados para transportar ganado- o se mueren"; también fue acusado -injustamente del asesinato de 302 chinos, por no estar en el momento de los asesinatos y no haber dado orden alguna- de cortar orejas.
En 1966, Díaz Ordaz, ordenó por decreto presidencial, inscribir su nombre en letras de oro en el muro de honor de la Cámara de Diputados; en 1976, Echeverría, ordenó trasladaran sus restos al Monumento a la Revolución y AMLO le dedicó su gobierno.
Recuerda aquella anécdota de preguntar: ¿quién mató a Villa?... ¡cállese… cállese!
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