(cortesía)
LA REBELIÓN ESCOBARISTA
El 3 de marzo de 1929, estalló en la ciudad de Torreón una insurrección militar encabezada por el general José Gonzalo Escobar (1892-1969), quien era Jefe de las Operaciones Militares en esta ciudad. El levantamiento tenía como objetivo derrocar el Maximato del general Plutarco Elías Calles, el hombre fuerte que controlaba la vida nacional, había impuesto como presidente interino de México a Emilio Portes Gil. Escobar, ambicionaba la presidencia del país.
Al día siguiente, la prensa de Torreón informaba del levantamiento armado que llevó el nombre de El Plan de Hermosillo. Desde su cuartel militar, el general Escobar comunicó a la nación que se habían adherido a la insurrección los generales Jesús M. Aguirre, Francisco R. Manzo, Francisco Urbalejo y César Caraveo, quienes estaban ubicados en otras plazas del país. Entre los alzados se encontraban los gobernadores de Durango, general Gualberto Amaya, y el de Sonora, general Fausto Topete.
El gobierno federal utilizó toda su fuerza militar para sofocar la rebelión, el propio Plutarco Elías Calles en su calidad de Secretario de Guerra, se puso al frente de una impresionante máquina bélica que salió a bordo de un gran convoy ferroviario con rumbo a Torreón.

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(tercera parte)El general Escobar, al tener noticias del impresionante número de tropas federales fuertemente armadas que habían salido de México y de otras poblaciones del país a combatirlo, decidió abandonar Torreón durante la noche del 18 de marzo de 1929. El número de hombres y armamento que traía Calles, era mucho muy superior al de los rebeldes, cuyas tropas se hicieron llamar Ejército Renovador de la Revolución.
En su edición del día siguiente 19 de marzo, El Siglo de Torreón publicó la noticia de que la noche anterior el ejército escobarista había abandonado la ciudad, al amparo de las tinieblas y con el mayor sigilo. "Evacuaron Anoche esta Ciudad las Fuerzas Revolucionarias", decía en su nota principal la primera plana.
Antes de abandonar Torreón, José Gonzalo Escobar y sus seguidores saquearon los bancos de la ciudad, mediante violentas amenazas a sus directivos y empleados se apoderó de importantes valores en oro, plata, dólares y billetes de circulación nacional.
EL ATRACO A LOS BANCOS DE TORREÓN
El 2 de marzo de 1929, un día antes del levantamiento escobarista, los directivos del Banco de La Laguna les habían anunciado a los accionistas de la institución que les serían entregados los dividendos que se habían ganado. El reparto de esas ganancias se realizaría el 4 de marzo.
El día que fue anunciado el levantamiento armado, el gerente de esta firma financiera, ingeniero José F. Ortiz se encontraba acompañado de su esposa en el Cine Princesa. El matrimonio había asistido a la exhibición de una película estelarizada por la actriz Dolores del Río.
Ante él se presentaron unos soldados que le dijeron saliera al pórtico del cine, afuera se encontraba en su automóvil el general José Gonzalo Escobar, lo acompañaban Heliodoro Duéñes del Palacio y Ramón Bravo, gerentes del Banco de Londres y México y del Banco de México. El líder de la rebelión le dijo al ingeniero Ortiz, que fuera junto con ellos a buscar a Javier Covarrubias, quien desempeñaba el cargo de gerente del Banco Nacional de México; no lo localizaron.

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Escobar, sentencioso, les dijo a los banqueros que necesitaba una reunión urgente con ellos y enfilaron con rumbo a la sucursal del Banco de Londres y México, cuyo edificio se encontraba en la esquina noroeste del crucero de la avenida Hidalgo con la calle Valdés Carrillo (hoy Klynn's). En uno de los privados del banco, les explicó que junto con él se habían levantado en armas contra el gobierno federal importantes personajes del ejército, con el firme propósito de expulsar de la presidencia del país al maximato callista.
José Gonzalo Escobar les advirtió con tronantes frases que la guerra se hacía con dinero. Y por lo tanto, les exigía que le entregaran todos los valores que se encontraban en las cajas de seguridad de los bancos que administraban, bajo la amenaza de que si no obedecían sus órdenes se atuvieran a las consecuencias y pondrían en riesgo sus vidas. Ante la gravedad de la situación, los banqueros procedieron en días posteriores a entregar los caudales financieros que les fueron exigidos.
EL SAQUEO AL BANCO DE LA LAGUNA
Escobar le exigió al ingeniero José F. Ortiz, en su calidad de gerente, le entregara todos los valores que guardaban las cajas de seguridad del Banco de La Laguna. El funcionario le explicó al jefe de la rebelión que la bóveda de seguridad contaba con un sistema de acceso controlado por un reloj, su puerta solamente se abría a las nueve de la mañana, cuando iniciaba sus operaciones el banco para atender a su clientela.
El general Escobar le ordenó al ingeniero Ortiz, se retirara a dormir a su casa y que al día siguiente se presentara con el cajero Alberto Larriva, para proceder a la entrega de los valores. El gerente partió a su domicilio particular, pero bajo la fuerte custodia de militares comandados por el capitán Escobar -pariente del líder insurrecto-, los mismos que lo llevarían al día siguiente en la mañana al banco; temían se escapara.
Los caudales no fueron sustraídos ese día por los rebeldes, fue hasta el 7 de marzo que se presentó en el Banco de La Laguna el general escobarista Antonio I. Villarreal, quien exigió una parte ellos y que los mismos se pusieran a disposición del general Castellanos. Pidió la cantidad de $ 30,000.00.
La gran bóveda bancaria que alojaba las cajas de seguridad, seguiría guardando los valores por otros días más, el sitio estaba fuertemente custodiado por soldados escobaristas. El ingeniero José F. Ortiz tenía, instrucciones terminantes, de presentarse todos los días en el cuartel militar de Escobar bajo la amenaza que si no lo hacía sería objeto de serias represalias; fue vigilado rigurosamente.
Corrieron los días, hubo zozobra entre el personal bancario y los accionistas de la institución. Una nube de rumores circularon en diversos sentidos, se hablaba de que la bóveda de seguridad sería vaciada por los escobaristas, también se haría lo mismo con los otros bancos que operaban en Torreón como el Banco de Coahuila, el Banco Nacional de México y el Banco de Londres y México. Todo era nerviosismo.
Días después, el 11 de marzo, los cabecillas rebeldes generales José Gonzalo Escobar y Antonio I. Villarreal, ordenaron al gerente José F. Ortiz que procediera a la entrega de todos los valores guardados en las cajas de seguridad. Esos codiciados tesoros bancarios, deberían ser recibidos por José Escobar de los Ríos, hombre de las confianzas del líder de La Escobariada que ocupaba el cargo de jefe de hacienda del ejército insurrecto.
Fueron contratados los servicios profesionales del licenciado Enrique Olvera, notario público, para que diera fe de que ante la presencia de los funcionarios del Banco de La Laguna ingeniero José F. Ortiz, Francisco L. Venegas, Alberto L. Larriva, Enrique Zetina, Eduardo Orvañanos y Luis Arellano, Luis Reyes Spíndola, Guillermo J. Witt y Miguel Aguilera, se hizo la entrega de los siguientes valores:
Las cantidades de $ 272,301.00, en oro nacional; $ 33,629.982, en plata mexicana; $ 6,750.00, en billetes del Banco de México y $ 4,169.50 en dólares.
Los anteriores bienes consistentes en metales preciosos, joyas y billetes que fueron entregados al representante de los alzados, serían trasladados hasta el cuartel militar de José Gonzalo Escobar.
Tales caudales fueron a parar a las avariciosas manos de los principales cabecillas y jamás fueron recuperados por el Banco de La Laguna. Equivalió a una pérdida total. Así se esfumaron el dinero de los ahorradores, inversionistas y los dividendos que se había anunciado serían repartidos a favor de los accionistas el 4 de marzo de 1929.
El escandaloso saqueo consumado con amenazas por los escobaristas, al Banco de La Laguna y a otras instituciones bancarias más establecidas en Torreón, fue tema principal en las conversaciones de los habitantes de la Comarca Lagunera. La noticia se hizo del conocimiento de la opinión pública nacional por medio de la prensa. (Historia de Torreón. Autor: Eduardo Guerrra. Ediciones Casán. Segunda Edición. Torreón. 1957).
(Continuará el próximo domingo)